El otoño se hace sentir, el frío y la llovizna me acompañan mientras camino por las veredas de baldosas flojas y cubierta de hojas marrones y amarillas que al pisarlas producen una especie de música en mis oídos. De lunes a viernes las calles se llenan de gente que corren apresurados a tomar el primer tren o una linea de colectivo que los lleva a sus respectivos trabajos. La rutina nos espera, todos los días camino las 10 cuadras hasta el consultorio, mi puesto de secretaria comienza a las 8 AM hasta las 18 horas, solo me ausento media hora después de las 13 horas para tomar mi almuerzo, que consiste en ensaladas de muchas verduras y pan tostado, hay veces que compro pizza o empanadas un jugo de frutas y de postre una manzana. Los médicos son un especialista en piel y un clínico, hace mas de tres años que estoy trabajando para ellos, mi labor consiste en mantener limpio el consultorio, cambiar las sabanas de las camillas y tener los escritorios en perfecto orden, los casilleros de cada paciente con sus respectivas iniciales, desde la A hasta la Z, también hay una vitrina con medicamentos los cuales reviso a diario para que no queden medicamentos con vencimiento, entre los turnos y los pacientes que concurren por atención facultativa paso la jornada. Muchas veces recibo a los visitadores médicos, lo hago cuando los médicos no pueden atenderlos, ellos me informan de las medicinas que salen al mercado y después debo informarle a cada uno lo que corresponde, por lo general llegan por la tarde cuando el consultorio esta completo, entre el teléfono que suena a cada instante de gente que pide turnos y pregunta que obra social los cubre o el precio de la consulta que varia según el especialista y la gente que espera ser atendida me lleva la tarde corriendo de un lado a otro, Muchas veces llegan urgencias y hay que atenderlos enseguida, pero los médicos se turnan cuando llegan las urgencias y derivan al paciente a otros centros de salud mas completo, donde reciban mejor atención, se hace lo que se puede para que nadie sufra y pueda llegar a tiempo a la clínica mas cercana, hay veces que llegan con cortes y hay que saturar heridas, es mi labor de poner vendajes y buscar medicamentos que el medico en cuestión me autoriza, siempre atenta sin perder ningún detalle, es la única forma de mantener el orden y tratar que el paciente se sienta bien. Los primeros días cuando comencé a trabajar me costo acostumbrarme, pero las charlas de ambos médicos me dio el valor para continuar, siempre que se quiere se puede, mientras hay vida hay esperanza y el trabajo es lo que cuenta en esta época donde esta muy escaso conseguirlo y que rinda, que lo que allí ganas sea para mejorar la calidad de vida, que puedas llegar holgadamente a fin de mes, sin tener que pedir un aumento o empeñarte en un negocio por falta de dinero, es por eso que hay que saber administrarse y poder ahorrar algo ya sea para darte un gusto o para unas lindas vacaciones. Los momentos mágicos es cuando un paciente da las gracias por haberse curado de sus dolencias, pero siempre vuelven por precaución o por lo general para un chequeo completo. Me siento a gusto con la gente, trato de sacarles una sonrisa cada vez que llegan con algún problema de salud. Hace tiempo que hago ese trabajo y me gusta lo que hago, el trabajo es salud. Vivo sola en un departamento de dos ambientes, la sola compañía de un gato que me espera cada tarde en el balcón para regalarme sus maullidos esperando que lo tome entre mis brazos y lo lleve a un sillón donde duerme por las crudas noches de otoño. Una de las tardes cuando volvía de mi trabajo y mientras miraba los escaparate de las vidrieras buscando un tapado de paño debía cambiar mi guarda ropa, me encontré en una caja y abandonado ese montón de pelos suaves que apenas ronroneaba quizás por debilidad o simplemente se dejaba morir. Lo acune en mis brazos y me lo lleve a un veterinario el hombre en cuestión lo examino y luego de aplicarle varias vacunas me entrego a mi mascota, debía comprarle comida no dejar que le falte agua y mimarlo mucho. Desde ese momento me sentí acompañada, cada mañana me despido de mi amigo y al volver me lo encuentro sentado esperando por mi, sabe salir por las noches, se recorre todos los techos buscando nuevos amigos, pero siempre vuelve a su hogar. Sabe como despertarme en la madrugada para que le abra la ventana por donde salta y se acomoda en mis pies y duerme plácidamente, busque un nombre en la web, pero no logre encontrar algo que lo caracterizara, fue así como pensé en ponerle volita por su gran cantidad de pelo suave. Es un trabajo mas tener una mascota, mas cuando debes pagar para mantenerte. No solo se pagan impuestos también hay que comer todos los días, es por eso que aquellos que no consiguen un trabajo remunerado y solo viven al día sufren las consecuencias, es por eso que debemos cuidar lo que tenemos y seguir la lucha día a día sin bajar los brazos, mirando hacia adelante y con la frente en alto. Muchas veces me cuesta levantarme de la cama, mas cuando hace tanto frío, pero no dejo que la pereza me domine. Cada mañana busco un atuendo distinto entre las polleras de paño y los pantalones de abrigo una buena camisa o remera abrigada haciendo juego con el tapado o chamarra, botas altas de tacón una cartera haciendo juego un pañuelo en el cuello, el cabello siempre atado por la higiene un maquillaje suave. Paso la mayor parte del trabajo de pie y llego a mi hogar muy cansada, pero al día siguiente me levanto como nueva y sigo mi labor…

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