Querían lirismo en mis relatos y pensé en las partituras de la Sinfonía Inconclusa de Schubert. Dio resultado. La narración dio un vuelco y me agasajaron los lectores. Quería expresar belleza en mis palabras; y dibujé en cada estrofa el rostro de Habana, a la cual no poseería nunca más. Dio resultado. Volvieron a apreciarme en la estructura narrativa. Faltaba vigor en la palabra. “vigor de hombre” comentó un crítico. El primero lo conseguí pensando en la política y en la diplomacia; aunque no crea en tales conceptos. El segundo me costaba. ―Le falta vigor” “Adolece de brío” “No suena nada masculino” Cansado sobre mi escritorio. Recliné la cabeza. Pensé en Habana, y recordé las pasiones perdidas. Faltaba vigor ―pensé, y volví a pensar en ella― luego de varios pensamientos, terminé masturbando mis palabras, sobre el texto, el escritorio y los artículos que esperaban por el vigor masculino que pedían los lectores. ―Ahí lo tienen ―dije― y seguí pensando en Habana desnuda en la distancia.

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