Aquel hombre parecía cansado, caminaba lentamente, como obnubilado, como perdido, como abandonado, como ensimismado… con la mente puesta en otro sitio, con el alma cedida al infinito, con su ser revocado, con su aura minimizada, con su entender perpetrado y su saber suspendido…
Aquel hombre, ya maduro, mantenía su identidad secuestrada, su experiencia rebosante y prisionera a la vez, su ánimo caído y entonado por ciclos, su realidad prolija e idealista siempre repleta de avidez, su ambiciosa creatividad tornada en desinterés…
El innovador estaba seco, el impulsor parecía retraído, el optimista pensaba en negro, el creador sentía su cerebro vacuo, el soñador pisaba la tierra con fuerza inusitada, el progresista se agarraba a todo lo reaccionario, el revolucionario se sentía inmovilista, el decidido se mostraba abúlico…
Aquel hombre todavía era responsable de diseño de una compañía líder en la fabricación de herramientas multiuso. Había aprendido el oficio en Suiza, donde había emigrado de joven, y allí había desarrollado toda su carrera profesional en Victorinox, la conocida marca que empezó fabricando cuchillos para el ejército suizo y acabó creando un imperio en torno a una pequeña navaja multiherramienta de la que fabricó decenas de modelos, buena parte de ellos diseñados por nuestro protagonista.
Con el tiempo, fue fichado por una empresa de Albacete que compite seriamente con los suizos a base de novedades multiusos adaptadas a diferentes profesiones, países, identidades y culturas… Aquí, creo piezas maestras como la que aglutina herramientas cortantes en los dos mangos de un alicate de punta, que luego copió una multinacional norteamericana… O esa otra que juntaba en torno a un pequeño mango, hacha, martillo y alicate, además de los consabidos destornilladores y hojas cortantes varias…
Pero sus épocas de gloria estaban acabando… Atrás quedaron apariciones estelares en grandes películas de aventuras de Hollywood, o en aquella conocida serie televisiva con MacGyver como protagonista; aún recordaba con gusto aquellas ventas marketinianas a unidades de élite de diversos ejércitos y fuerzas de seguridad, e incluso la presencia de uno de sus productos en una misión de la NASA, cuando el hombre empezó a conquistar el espacio…
Ahora, aquel hombre estaba presionado, noqueado, comprimido, aplastado, exprimido…
No es que su mente anduviera en blanco, no es que no fuera capaz de sacar lo mejor del lóbulo derecho de su cerebro, no es que el mundo se hubiera vuelto contra él y contra su potencialidad creadora, no es que sus neuronas se hubieran vuelto perezosas, no es que el tiempo estuviera haciendo mella en sus dotes innovadoras, no es que estuviera cansado, que lo estaba… Es que el mundo estaba cambiando…
La competencia arrasaba, la modernidad arrasaba, el entorno arrasaba, el modelo de negocio arrasaba, el neuromarketing arrasaba, la globalización arrasaba, la simplicidad arrasaba, el pragmatismo arrasaba… Y sobre todo, las nuevas tecnologías en estado puro arrasaban…
Nuestro hombre lo veía venir, pero poco… había incorporado determinadas innovaciones, pero demasiado tímidas… había hecho algunas apuestas, pero escasas… había realizado múltiples concesiones a la contemporaneidad, pero siempre insuficientes…
De tal forma, que la incorporación a algunas de sus creaciones de un conector USB, de una micro grabadora o de un puntero láser, habían llegado tarde y mal… Y lejos de constituirse en innovaciones relevantes, se habían convertido en adaptaciones desesperadas, intentos vanos, actualizaciones erráticas, apuestas ridículas, negocios maltrechos, prestigio bajo mínimos…
Así las cosas, en la compañía decidieron contratar a alguien más acorde con los tiempos, más joven, más locuaz, más veloz, más contundente, más adaptado a las nuevas tribus urbanas, más decidido, más imbuido de la cosa tecnológica, más hiper conectado, más moderno, más relacionado con el mundo actual, más pujante, más centrado, más eficaz…
Se trataba de un joven millenial que se había formado en diversas universidades americanas y que, pese a su corta edad, acumulaba experiencia en compañías punteras como Google, Apple o Samsung… siempre en él área de innovación… Su misión: crear nuevos productos multiherramienta que permitieran hacer convivir las clásicas herramientas navajiles con otras más adaptadas a los tiempos, como conexiones Bluetooth, grabación de vídeo 4K, interacción con YouTube o láser cortante y punzante… y todo ello en el menor tamaño posible y a un precio razonable…
Nuestro hombre estaba superado, aterrorizado, embargado, cohibido, triste, meditabundo, hundido… y no sabia que hacer… No sabía si tratar de imponerse o desaparecer, si intentar ningunear al joven o sucumbir ante él, si cuadrarse ante la dirección de la compañía o simplemente dimitir, si plantarle cara a todo o dejarse llevar, si luchar o navegar, si crecerse o abandonarse…
Y es que, aunque desde la dirección de la empresa se lo habían sugerido e incluso exigido, era tan difícil hacer convivir lo viejo con lo nuevo, la tradición con la modernidad, lo de siempre con lo que viene, el ayer con el mañana, lo manual con lo etéreo, lo simple con lo simple basado en lo complejo…
Nuestro hombre terminó por jubilarse, pero le quedaba una pequeña venganza… Mientras que él había desarrollado prácticamente toda su vida profesional en aquella compañía, creando, innovando, desarrollando… la velocidad de los tiempos haría que la vida profesional de aquel joven que le había sustituido, quizás fuera corta, muy corta, a lo peor, extremadamente corta…
Aunque él ya no estaría ahí para verlo…
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