No recuerdo cuándo se instaló en mí el deseo de emprender el viaje, de activar nuevamente la marcha. Pero ya ha prendido la mecha. Me detengo sin saber muy bien si a tomar impulso o aire. Caigo en la cuenta de que lo segundo. Y me descubro quieto y pesado. Me adelantan los demás, por ambos lados. Me arranco un paso y luego otro. Camino inseguro y con gesto serio. Pienso en lo necesario. Hago una lista: valentía, perseverancia, ilusión… siempre se me olvida algo. Espero que la Felicidad exista.

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