Ver la arrogancia de un jefe desmoronarse es quizá el sueño de muchos empleados. Nunca le he deseado mal, pero la insolencia de sus comentarios me han provocado tanto, que no he podido evitar responderle del mismo modo. La vida da muchas vueltas, y ahora él no sabe qué hacer para acercarse a mí. No puedo negar que me conmueven todos sus esfuerzos y detalles.Tal vez debería darle una oportunidad. Si es verdad lo que me dice, entonces, ese hombre es un tesoro que vale la pena conocer.
A escasas dos semanas de haber ingresado como asistente en esta oficina, tuve mi primer disgusto con él, uno de los accionistas mayoritarios de la empresa y alto funcionario de gobierno, arrogante, irritante, inteligente y… atractivo.
-Usted es nueva ¿verdad?
-Sí señor, ingresé hace dos semanas.
Me quedó mirando en silencio sin decir nada. No sé que pensaba, pero su mirada profunda me atravesó el alma.
-¿Le puedo ayudar en algo?
-No creo que pueda… o sí, ayudaría mucho si es eficiente en su trabajo y evita involucrarse con alguno de los ejecutivos de esta empresa.
¿Con qué derecho me decía eso? apenas me conocía y ya daba por hecho que yo era una trepadora.
-No se preocupe, soy profesional en mi trabajo. Y en lo personal, no escojo a cualquiera en mi vida, soy bastante selectiva. Pero gracias por el consejo. Permiso.
Desde ese momento estuve bajo su lupa. Sin embargo, lo más difícil empezó cuando alguien filtró información confidencial a la competencia, yo supe quién fue y que clase de información era, pero guardé silencio mientras encontraba la forma de evitar que una compañera se viera perjudicada. Había sido uno de los ejecutivos, pero ella tuvo un descuido en la seguridad de la información que era causal de despido. Y ahora más que nunca ella necesitaba trabajar, su hijo menor tenía leucemia, la quimioterapia no funcionaba y necesitaba un trasplante de médula.
A los dos días de este incidente recibí una llamada en la oficina, era el Dr. de la Fuente, me pidió la dirección de mi apartamento y me cito con urgencia a las 8 de la noche en su oficina, en el ministerio de hacienda. Al principio quise negarme, pero él fue enfático, supe que tenía que ver con lo que había pasado, así que me controlé y accedí.
Justo a las 7 llegó su chofer a recogerme, yo estaba muy nerviosa, planeando que decir para no complicar las cosas.
Cuando llegué, dejó inmediatamente lo que estaba haciendo, despachó a su secretaria y, debo reconocer, fue bastante cortés conmigo.
-Buenas noches Verónica
-Buenas noches.
-Tome asiento, por favor.
-Gracias. Debe ser muy importante lo que tiene para decirme.
-Usted es inteligente, debe suponer de qué se trata, así que seré directo. Deme el nombre de la persona que está filtrando información a la competencia.
-¿Por qué asume que yo tengo esa información?
-No intente evadirme. No complique su situación. Siga siendo inteligente y dígame quién es.
-No sabría qué decirle, no sé nada.
-Con las pruebas que tengo contra usted, puedo destruir su carrera, dejarla sin trabajo y quitarle su libertad. ¿Vale la pena encubrir a ese tipo?
-«Ese tipo». Entonces ya sabe quién es. Si ya lo sabe, ¿para qué me necesita?
-¿Ni siquiera por estar metida en un problema tan grave, deja de jugar con fuego? Hay testigos que vieron a dos personas en el área administrativa esa noche. Usted es una de esas personas. Dígame, Verónica, ¿que debo pensar, que usted sabe quién es? o ¿que es usted quien ha traicionado a la empresa? o ¿que son cómplices?
-No me falte al respeto.
-¡No me falte al respeto usted!
-¡No soy yo!
-Entonces quién.
-No tengo pruebas y especular sería injusto.
-¿No tiene pruebas o está encubriendo a alguien? Limítese a decir lo que sabe y no entorpezca más el trabajo de las autoridades.
Mi mente quedó en blanco, no supe que decir, mientras él usaba el teléfono de la oficina para llamar a la policía.
-No… por favor.
-Empiece a hablar. La escucho.
Tuve que explicarle todo en detalle, y rogarle que hiciera algo por mi amiga, que pensara en su hijo.
-Voy a intentar hacer algo por su amiga… pero a cambio, quiero que me regale esta noche.
Me quedé fría, no esperaba eso, aunque fuera un arrogante lo consideraba un buen hombre.
-Usted es despreciable.
Me levanté, quise salir de la habitación, pero sentí su mano en mi brazo sujetándome con fuerza.
-Espera
-¡Suélteme!. Si me llega a tocar, usted va a caer por su propio peso.
-¡Verónica!?… estaba probándote.
-Busque una rata de laboratorio, yo no le sirvo para sus experimentos.
-¿Hasta dónde eres capaz de llegar por tus amigos?
-¡Por Dios! su niño está muy grave.
-Por eso, ¿hasta dónde llegarías?.
-Nada le da derecho a ser tan injusto y abusivo. ¿Sabe una cosa? por encima de lo irritable que puede ser su arrogancia, yo vi en usted un hombre correcto, noble. Un buen hombre. Pero después de esto, me ha hecho sentir asco. Nunca voy a acostarme con usted.
Cerró lo ojos y me dijo:
-Pues quiero que sepas, que doy gracias al cielo por tu integridad.
Y volvió a hacerme esa mirada reflexiva que penetra mi alma.
-Tu y tu amiga tienen todo mi apoyo, no lo dudes. Pero por favor, acéptame una invitación a cenar. Quiero reivindicarme contigo.
-Usted se ha equivocado muchas veces conmigo, no me pida que confíe en usted. Llame a la policía si quiere, pero no va a poder manipularme ni chantajearme. Permiso
-No haría una bajeza así. No me conoces… quisiera, tener la oportunidad de conocernos mejor. Por ahora, te doy mi voto de confianza, y quieras o no, te doy mi respaldo.
Desde ese momento, he sido testigo de su perseverancia… y he de decir que, lo extraño mucho cuando tarda en venir a la oficina.
Me duele hacerlo esperar más.
Y sí, yo también quiero conocerlo.
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