Algún día llegaré a esa tierra del vino y del sol, será en otoño, pisaré la alfombra dorada que tapiza el suelo, llegaré en un mes de abril con poco equipaje, con ganas de andar, buscaré sin perder tiempo algún bulevar donde los árboles se abrazan desnudos .Caminaré sintiendo el débil calor que abraza a los caminantes.

Buscaré en esa tarde, bien abrigada, un bar con mesas a la calle,y pediré un café .y desde allí descubriré la magia de una tarde de otoño en Mendoza, por primera vez.

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