¿El trabajo es castigo?

¿El trabajo es castigo?

Mal empieza la consideración hacia el trabajo cuando, al inicio de los tiempos, Dios, según el Génesis, condena al hombre a “ganarse el pan con el sudor de su frente” imponiéndoselo como un castigo.

Luego, se ha querido arreglar con frases como “el trabajo dignifica” o “El mejor remedio contra todos los males es el trabajo” Ch. Baudelaire, “Si todo el año fuese fiesta, divertirse sería más aburrido que trabajar” W. Shakespeare, etc., etc.

Sea como sea, lo que está claro es que la mayoría de personas debemos trabajar y, hoy en día, tener una ocupación remunerada se ha convertido en uno de los bienes más preciados. Hay actividades que se pueden considerarvocacionales y otras que no pueden serlo. Quien tenga la suerte de tener una vocación y poder vivir de ella, tendrá una vida más fácil, los que hacen una labor que no les gusta, tendrán una vida más o menos amarga según la intensidad del disgusto. No obstante, a veces, se puede llegar a cambiar lo malo por lo bueno o, en algún caso, con proyectos a largo plazo ir encaminándose hacia lo que a uno le gusta.

Cuando se declaró la crisis económica en el año 2008, Irlanda la sufrió en plena cara. Fueron muchos los irlandeses que tuvieron que emigrar al extranjero. Una generación más que debió dejar sus casas, como habían hecho muchos de sus antepasados, para poder comer.

Alfred fue uno de ellos. Era joven, encargado supervisor en la construcción (sin titulación por faltarle alguna asignatura), era soltero y vivía con despreocupación. La empresa para la que prestaba sus servicios quebró y, al quedarse sin empleo y sin perspectivas, echó mano de amistades (los irlandeses están en todas partes) y, en Canadá, le consiguieron un pequeño empleo en un supermercado. Con este contrato pudo conseguir un visado y allí se fue.

El empleo era de esos que llamamos basura, el sueldo era mísero y apenas si daba para pagar una habitación y malcomer, pero Alfred no iba a quedarse así. Empezó a pasearse por la ciudad, a mirar los sitios de construcción. En uno de ellos pedían personal. Habló con el responsable que le preguntó si tenía práctica en construcciones de rascacielos a lo que Alfred, con mucho desparpajo contestó afirmativamente. Al preguntarle de dónde era y responder de Irlanda, casi le da un ataque de risa al encargado pero le hizo gracia y le vio tantas ganas de conseguir el puesto, que lo acogió. Tuvo que empezar por simple albañil, hay que tener en cuenta que tanto por el tipo de construcciones y también por el clima, no es lo mismo Irlanda que Canadá. El sueldo no era alto, el invierno era eterno y, trabajar al exterior para una persona que no está acostumbrada a temperaturas bajísimas es muy duro. Pero nuestro Alfred no desencantó y, aprendió pronto, pasando a ser encargado de un pequeño grupo.

Así transcurrieron un par de años, Alfred pudo alquilar un sótano, traerse a su novia que trabajaba entonces en Estados Unidos y, a trancas y barrancas, iniciar una especie de vida normal. Pero la empresa era pequeña y tuvo que cerrar para trabajar para una gran compañía. El mismo jefe, recomendó a Alfred a esa compañía y allí pudo desarrollar un buen trabajo de responsabilidad y obtener un buen sueldo

Pasó el tiempo, Alfred fue progresando cada vez más, dedicando muchísimas horas; llegaron dos hijos varones y la vida le sonrió. Tuvo la suerte que lo que hacía era lo que le gustaba, que su esposa aceptó sus numerosas horas fuera de casa y que él mismo, siempre fue un esposo y un padre responsable. ¿Qué hubiera pasado si algo de esto hubiera fallado? ¿Si Alfred hubiera renunciado ante las dificultades que fueron muchas y grandes?

Todo hubiera podido acabar en fracaso. El éxito en la vida depende muchas veces de pequeñas cosas, de nuestra propia fuerza, de nuestra voluntad y de tener unas expectativas hacia las cuales se va. La suerte también tendrá algo que ver pero, cuando nacemos el libro de nuestra vida está en blanco y nos toca a nosotros escribirlo. Es posible que algunos nazcan con un libro de tapas de cuero con los filos de las hojas de oro y otros con unos sencillos folios grapados. Pero eso no influye en la calidad de la obra que en él se escribe.

A building construction site Toronto Canada

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