El viento cálido se lleva el invierno y mi tiempo consume la esperanza acumulada de viajes que aguardan en la antesala de la fila de mis sueños. Mi mente curiosa me invita a entrar a un refugio de mi alma donde camino los senderos, converso con la gente y me detengo a contemplar el paisaje fresco. Me acuesto boca arriba sobre el pasto cobijado con roció y fusiono mi espíritu con el cielo. Allí escribo poemas, aquí escucho el bullicio de la calle esperando el día que alguien me diga: Buen Camino.
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