Nada de churros. Yo me paso al Brunch

Nada de churros. Yo me paso al Brunch

Bea

12/03/2019

Súper Pérez —más conocido como SP— trabaja de súper héroe. Es inmortal, rechoncho y perezoso. En una ocasión se enfrentó a un asesino en serie, y en cada intento de captura, éste acababa matándole, y SP reviviendo, y el asesino matándole…fue agotador —dijo después en una entrevista para la televisión local.

Esta mañana, mientras SP se toma el café con churros en el bar de siempre, coge el periódico y lee: Nuevo súper héroe llega a la ciudadeficazun poder desconocido implacable contra el crimen organizado siente agujas pinchándole en el estómago, debe ser envidia; pero ya se preocupará más tarde de esa noticia, hoy bastante tiene con cazar a Brian el Gordo, criminal conocido con ese seudónimo porque obliga a sus víctimas a comer espaguetis hasta reventar.

A mediodía llega al restaurante italiano donde Brian el Gordo tiene su tapadera. Al entrar, tropieza con un niño, de unos diez años de edad, comiendo una pizza; al niño le brillan los ojos ¡Es SP! Su súper héroe en vivo y en directo. SP se crece ante esa mirada, y se prepara para desplegar todo su súper poder delante de su fan.

Pero Brian el Gordo decide innovar y cambiar su menú asesino: empanadillas extremadamente picantes. SP tenía un plan preparado para los clásicos espaguetis de Brian, y este cambio le descoloca un poco. Pero confía en sí mismo, y sin pensarlo mucho, comienza a comer. Enseguida llegan los primeros escozores al paladar, a la lengua, a la campanilla…y hasta el alma; bajo la lycra, el corazón empieza a latirle tan fuerte que siente cómo se le mueve de un sitio a otro del pecho; los ojos le lloran, su cara arde —literalmente— se pueden ver pequeñas llamas saliendo por los poros de la piel… finalmente el corazón le revienta en uno de sus saltos, y muere. «Comienza el espectáculo» piensa SP después de resucitar. Se limpia los restos de salsa picante de la boca con una servilleta y mirando a Brian dice:

Brian, sabes que lo que haces no está bien, por eso estoy aquí.

Los ojos de SP se vuelven a cruzar con los del niño, que sigue esperando a que su súper héroe haga algo espectacular. De nuevo comienza a devorar las empanadillas que aún quedan en el plato, pero esta vez decide que mejor no masticarlas, y tragarlas directamente para no sentir ese picor asesino …resultado: muerte por asfixia y a resucitar de nuevo. SP vuelve a la carga, e introduce lentamente otra empanadilla en su boca. Esta vez las llamas que salen de su cara alcanzan al traje de lycra, quemando por completo su cuerpo…Y mientras vuelve a resucitar —pensando que no podía fallar de ninguna de las maneras al cuarto intento— SP observa la silla donde tan solo hacía un rato seguía sentado su niño fan. Pero esta vez, ese sitio está vacío. El niño, posiblemente se ha cansado de esperar, y decepcionado se ha ido a retirar el póster de SP que cuelga de la pared de su habitación. SP entristece, esto no tiene sentido, su niño fan ya no está. Sale corriendo del restaurante. Otro día volverá a por Brian el Gordo.

De regreso a casa, pasa por delante de un kiosko, ve de nuevo ese titular con el que empezó el día; coge de la noticia el teléfono de contacto se Súper IOC —nombre de su rival. Le llama y queda con él. Quiere conocerle, saber cuál es su poder. ¿Será posible robarle alguna estrategia para volver a ser SP, el súper héroe que cubre las paredes de las habitaciones de los niños?

A la mañana siguiente SP se viste con sus mejores lycras; y con el café y los churros delante, espera a su invitado. Al rato entra un tipo delgaducho, con gafas y de color blanco enfermizo

—Hola soy Súper IOC

—¿En serio?¿tú?—dijo sorprendido SP

—Sí, los súper héroes ya no tenemos que llevar esos trajes de lycra tan llamativos

—Y con esa pinta, cómo consigues acabar con el crimen organizado

—les ataco sin que me vean, destrozo todos sus planes metiéndome en sus casas, sus negocios, les robo datos, información, les sigo por la calle, cuando conducen o cuando van en barco…y nunca me ven

—Ah, entonces tienes el poder de la invisibilidad –dijo SP con condescendencia

—No, soy hacker.

SP se mira en el espejo que había al otro lado de la barra, y ve el reflejo de un personaje abatido y caduco. No puede robarle ninguna estrategia a su rival porque no tiene ni idea de informática. Pero es inmortal, ¡cómo se va a desperdiciar tal poder! Entonces se le ocurre preguntar:

–¿Y si nos asociamos?, a ti con ese cuerpo escuchimizado te podrían matar con un simple estornudo. Yo podría ser tu hombre en la calle, entrando en casos donde no sea suficiente un bloqueo del sistema informático, o en los que haya que ayudar a personas en peligro, como algún rapto.

Súper IOC le mira con curiosidad, quizás no se esperaba de un rechoncho vestido de lycra una propuesta tan inteligente, y acepta esa fusión de súper poderes para luchar contra un crimen organizado cada vez más innovador.

SP está contento. En la ciudad él seguirá siendo el súper héroe que resucitando diga: sabes que lo que haces no está bien, y por eso estoy aquí.

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