Me encontraba sentada a la orilla de la cama en ese frío motel junto a la carretera, justo a la mitad del camino donde empezaría mi viaje o terminaría mi vida.
Había llorado toda la noche, tenia entre las manos la invitación recibida una semana antes. Le esperaba ansiosa con miles de argumentos, volteé hacia la ventana, él estaba afuera, salí y lo abracé, lloraba como una chiquilla, le rogué que no se casara, él guardó silencio, esa era nuestra despedida.
Ya sin corazón, le di mi ultimo beso.
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