Una semana en el recuerdo.

Una semana en el recuerdo.

Marion Freitas

25/02/2019

El brillo del sol no se apreciaba, las nubes celosas lo cubrían. Esa mañana, Nicolás no tuvo la oportunidad de disfrutar la brisa o el susurro de aquellos pájaros. Creo que tampoco nosotros lo hicimos. El barrio se acostumbró a sus gemidos; era un sonido más entre tanta naturaleza. Por la calle alguien pasaba y miraba, más no se acercaba. El ritual de cada día debía ser ejecutado, nos absorbía a todos, nos envolvía y entristecía. No supimos mucho sobre esa semana en el barrio, no recordamos si era una mañana fresca, si la vecina salió de su casa para ir a su trabajo, si en la tele alguien destacó algo que perdurara en el tiempo. Pero un buen día Nico vio salir el sol, contempló a varios vecinos cuando saludaban, descubrió el árbol que había crecido tanto, preguntó cosas que creía haber oído. Una semana que nos queda en el recuerdo, de confusión, de amaneceres nunca vistos, de aquel perro que ladraba cada día, de vecinos… de las hojas que caían en invierno. Cuando un buen día y a partir de ese momento imploró con lágrimas por seguir despierto, por más conocimiento, disfrutó corriendo por la calle, queriendo tocar el sol, alcanzar alguna nube, o simplemente deleitarse con el aroma de la vida. Ya grandote como era, se divertía, deleitaba, regocijaba. Su inmensura de cuerpo estaba a la par de sus sentimientos y los nuestros, aquellos, que estuvieron escondidos tanto tiempo.

María Fernanda Peralta 23-02 2019

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