Recorrí verdes pastos con mis pies descalzos. Un peñasco indómito tenía un enfrentamiento con el mar, me asombré al mirar un hombre en la cima de él. Contemplé un camino adornado de piedras preciosas.

Me acerqué al hombre del peñasco sin dejar de ver tan inverosímil territorio.

Su candor entró por mis poros. Yo vestía de lino fino.

Una espada salió de su boca y recobró vida a mi alma. Desperté en el quirófano.

“Siempre sueño con el lugar al que nunca fui o mejor dicho al que anhelo regresar”.

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