Al viaje que aún no he hecho no le tengo miedo. Tampoco le tengo ganas. Solo me aterra llegar demasiado cansada.

Si llego entera de mente, de cuerpo y de corazón, no tengo ninguna prisa ni lo voy a esperar sentada.

Si está en juego mi respeto, mi dignidad y mi cordura, me voy sacando el billete.

Entretanto me cuido de las luces, sobre todo de las que están al final de los túneles.

Como no creo que regrese, y a veces no avisa, aprovecho para desearos una bonita vida.

-Fin-

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