Mis pensamientos se diluyen junto al cacao en polvo en la leche. El color oscuro del cacao poco a poco se va convirtiendo en un tono blanquecino semejante al de mis cabellos.

Como cada mañana la alarma del móvil me retrae dramáticamente de mis sueños. Odio esos trinos incesantes que pretenden crear paz y felicidad en tu despertar.

Despacio deposito mi taza vacía sobre la encimera vacía, de una cocina vacía, de una casa vacía, de una vida vacía.

Marta abrió su jaula y voló, llena de felicidad.

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