NIPPUR ES MI HERMANO MAYOR

NIPPUR ES MI HERMANO MAYOR

Alicia Prack

12/01/2019

Es la hora de entrada. Estamos en el patio del colegio, aguardando el timbre para formar filas e ir a las aulas. Algunos bostezan y están despeinados. Cerca de mí veo a una chica que parece que recién ingresa, porque no la había visto antes, y como yo sé lo feo que es ser nueva y no conocer a nadie, le pregunto:

—¡Hola! ¿Cómo te llamas? ¿A qué grado vas? Me llamo Alicia.

—A cuarto. Empiezo hoy y me toca el “B”, me llamo Cristina —me contesta.

—¡Ah, entonces seremos compañeras! Yo también estoy en el “B”.

Sonríe aliviada.

—¿Vives cerca del colegio? —le vuelvo a preguntar.

—No. Bueno, más o menos. Voy y vengo en el escolar, porque recién nos mudamos a la calle General Güemes, a la vuelta de la parroquia.

La miro sorprendida y riéndome le digo:

—¡Yo también vivo en esa calle y el año pasado tomé mi comunión en esa iglesia! Tengo un hermano que está en sexto, es ese. Se llama Alberto –le cuento mientras lo señalo.

Como Cristina es nueva en el barrio, deberé contarle las cosas que hacemos los domingos, cuando no pasan autos y podemos dibujar una rayuela enorme, en el medio de la calle. Además le preguntaré si tiene patines, porque la cuadra de la iglesia, a la vuelta de la nuestra, es inclinada, como una barranca, y desde allí nos lanzamos a toda velocidad. También lo hacemos con las bicicletas. En el recreo me dirá si tiene bici y le contaré todo.

Entramos al grado y nos sentamos juntas, pero como excepción, porque mi compañera de banco está con rubéola y no vendrá por unos días.

Llega la última hora y la profesora de música no viene a darnos clase, está en cama con gripe, entonces, el autobús escolar nos lleva a casa más temprano. Cristina desciende poco antes que nosotros.

En casa, mamá plancha con almidón las camisas de papá y las está poniendo apiladas, sobre la mesa de la cocina. Me gusta ese vapor perfumado que flota en el aire.

—Todavía es temprano para tomar la merienda ¿Por qué no juegan un rato en la vereda mientras termino con la ropa? Yo les aviso cuando estén listas las tostadas ¿Se las preparo con dulce de leche o con miel? —pregunta mamá sin esperar nuestra respuesta.

La calle es toda nuestra, para mi hermano y para mí. Nosotros salimos antes de la escuela y los demás chicos no regresan todavía, entonces nos sentamos en el suelo, que ya está barrido.

—¿A qué jugamos? —le pregunto.

—¿Jugamos a que yo soy Nippur de Lagash y tú eres la esposa de mi amigo?
—¡Sí! ¡Dale! —le digo mientras me desato las trenzas para que el viento me agite el pelo como a ella, según he visto en los dibujos de la revista.

Mi hermano es ahora un príncipe. Tiene mucha fuerza y músculos enormes por todo el cuerpo. Tiene un ojo tapado con una hoja de parra que se ata con un hilo. Al verdadero Nippur, peleando, le pegaron un flechazo en el ojo izquierdo, y no puede ver con ese y se lo tapa con un redondel de cuero negro. Mi hermano sí que puede ver, el parche es de mentiras, para jugar.

Nippur de Lagash es un príncipe que tiene pocos amigos. Siempre anda viajando de un lado a otro y enseguida hace amistad con reyes, con pastores y hasta con mendigos. Tiene una espada justiciera que es muy pesada, porque la empuñadura es de oro y tiene muchas piedras preciosas.

Eduardo vive en la misma cuadra y llega del colegio. Al vernos se acerca corriendo hasta donde estamos nosotros.
—¿Puedo jugar?
—Bueno, pero tú eres Ur-El —le dice mi hermano, que conoce bien la historia.

Nippur y Ur-El se van juntos para ayudar a Teseo a vencer al Minotauro. Ellos se van a recorrer desiertos y países. Van a Egipto y pelean para salvar a los buenos. Nippur es muy valiente y siempre gana. A veces está por morirse, pero al final los vence a todos.

Llega Anita, quien vive frente a nuestra casa, y también se quiere sumar al juego, le gusta hacer de princesa Karien. Trae un muñeco y una caja de cartón, porque ella y Nippur se enamoran, se casan y a su hijito, Hiras, lo ponen en un moisés.

Como yo soy Inim, la esposa de su amigo Hattusil, y no tenemos hijos, me dejan al bebé y yo se lo cuido mientras todos van a pelear otra vez.
Cuando Nippur vuelve de las guerras su hijo está grande y es un gran arquero, muy valiente, como el padre. Entonces su hijo y su amigo se unen a él para lograr la libertad de Lagash. Como ganan y matan a los malos que se habían apoderado del reino, el pueblo lo nombra rey a Nippur.

Vemos que se acerca Cristina, la chica nueva del barrio y del colegio. Nos mira contenta y la invitamos a jugar. Decidimos que ella podría hacer de reina.
Porque, justamente, en la historieta, Nippur conoce a una soberana medio rara y misteriosa. Como él puede tener dos esposas se casa con ella y tienen una hijita con tres ojos a la que llaman Oona.
Por suerte, yo tengo una muñeca muy gastada a la que le pego un ojo en el medio de la frente y así se parece a la nenita de la revista.

Jugamos mucho, porque parecemos los personajes de la historia. Con Cristina se completan y eso nos entusiasma mucho más.

Tiempo después, mi hermano se toca el estómago y me dice:
—Tengo hambre, ¿vamos a casa?
—Vamos —le digo —yo también quiero comer algo.

Mamá parece adivinarnos y nos llama desde la puerta de casa.

—Chicos, ¡ya está lista la merienda!

Nos vamos todos. La calle queda vacía, pero sabemos que dentro de un rato saldremos de nuevo, y nos convertiremos otra vez, porque la historia sigue y nos gusta jugarla hasta el final.

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