Cansado en el bus de escuchar las tonterías que dicen unos chavos, la puerta hizo bufido al abrirse, por fin baje en mi paradero para ir a mi facultad aún me quedaba un poco de tiempo…

Vi algunos mendigos sucios, pedir limosna, un olor a excremento y sudor, se percibe con tanto desagrado que dan ganas de vomitar…

Me paso a la otra acera, evitando esa mala vibra, sin notar que soy observado por Simona, que me increpa todo un buen rollo… de seres humanos, ayuda a los pobres… y logra hacerme sentir incomodo me disculpe con ella y me alejo lo más que pude, no es que sea una persona sin sentimientos o algo parecido, pero me desagrada esa gente, la miseria, la suciedad, solo eso simplemente.

Después de mi tediosa clase de estadística, salimos con Goyito a cenar algo… me dice que Celia su novia era buena… pero que últimamente, él siente que lo engaña… melodramático y pálido empezó a desmenuzar sus penas, bueno escuche todo esa honda paranoica atribulada, mientras me terminaba mis crujientes verduras, la salsa picante hace más rica mi parrilla, que saciado y feliz… aunque escuchando a mi amigo, no tan tranquilo… salimos del restaurante caminando para hacer “la digestión” observe a un ciego con dos niñas sentados en vereda de la calle, no le di mayor importancia, mientras Goyito me decía que mejor nos vamos en taxi, revisando mis redes sociales, escucho un pequeño grito, de una de las niñas a lo que Goyito dice: -ese tío está tocando a las niñas es un violador, vamos a defenderlas:

-no creo es ciego, un viejito…

-no mira…

Él se fue a pelearse con el ciego… y trajo a las dos niñas mal vestidas y sucias,

Les pregunta: ¿Qué edad tienen?

-seis años y ella siete.

¿Por qué no habla ella?

-Es muda,

¿Por qué están con ese viejo?

Nos da la comida… (con cara resignada)

y su mamá ¿Dónde está?

-Nos dejó hace tiempo… con tono lastimero y triste.

¿Dónde viven? con una tía que es amiga del viejo Juan,

– Niñas vamos a la policía para que las ayuden,

-Noooo, mejor nos das dinero para que se calme el viejo.

Sentí un nudo en la garganta de impotencia. (Escuchando todo)

Goyito les el dio dinero, e increpo al viejo, echándole todas las maldiciones, vino un taxi nos fuimos… Nos alejamos dejándolas solas.

En el taxi un silencio de impotencia e injusticia, sin poder hacer nada.

Me acorde de Simona ella trabaja con una ONG de ayuda a los débiles y no se más, pero ayuda.

Al contarle lo sucedido, me pidió la dirección de donde vimos el incidente y dijo que como este caso, hoy en día son cientos en Toluca, mientras ella fríamente me contaba más historias tristes y desgarradoras de niños y niñas abusados y explotados por su propia familia, se me corto la voz, no podía olvidar la imagen cruda del anciano ciego abusador de niñas.

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