Universos privados, pizarras públicas

Universos privados, pizarras públicas

VICTOR SIERRA

19/12/2018

UNIVERSOS PRIVADOS, PIZARRAS PÚBLICAS

En el Retiro,

Amanece un día soleado en la primavera de Madrid. Bajo mis patines avanzan elipses de sábado en el Retiro, pares de radios vectores, igual distancia entre los focos. Impecable geometría de Tales de Mileto, no hay peligro de impacto.

Órbitas descritas por cuerpos del cosmos, que habitan las ciudades. Un orden de Gran Hermano. Procesos sinápticos, trenzas de explosiones nerviosas, impulsos coordinados. El aire caliente del Parque se transforma en viento fresco al cruzar mi cara. Mi vista al frente, confiada.

En dirección contraria, la desconocida. Pelo cobrizo, hombros nobles, piel pálida, largas piernas. Se desliza hacia mí en progresivo zigzag curvilíneo. Sus brazos balanceándose al compás de las caderas, danza del vientre suave. Ojos gigantes, sonrisa de Gioconda.

Hoy tales de Mileto cede el poder a Newton. La rodadura de mis patines, y la rodadura de sus patines, optan por la ley de la gravitación universal y nuestros cuerpos se atraen con una fuerza directamente proporcional al deseo de nuestros corazones, e inversamente proporcional al cuadrado de la cada vez menor distancia que nos separa. Impacto dulce. Nos entrelazamos el uno con el otro.

Sábado siguiente y siguientes, mis patines y sus patines, mi mano y la suya, dobles zigzagueos, armoniosos, paralelos. Nos envolvemos el uno en el otro.

En el club

A las ocho de la mañana abre el club. Un club con gimnasio, biblioteca, sala de juegos, y cafetería.

Lunes, miércoles y viernes asisto al club.

Son las ocho menos cuarto, lunes, me bajo en la estación de Atocha. Subo andando hasta Huertas, 33. Al cruzar el paso de peatones del semáforo del Paseo del Prado, uno de los coches, matrícula terminada en FM -no me da tiempo a quedarme con los números- casi me atropella.

Son las ocho menos cuarto, miércoles, salgo de la estación de Atocha. Estoy esperando a que se cierre el semáforo del Paseo del Prado. El coche matrícula terminada en FM para justo al borde de la acera donde me encuentro. Espero, no cruzo. Ese es el coche.

Quiero ver al conductor, busco y le miro fijamente, y me mira fijamente; No sé si ella sabe quién soy. Tarda en arrancar, nuestras miradas quedan suspendidas, como estelas que permanecen tras el paso de un cometa. Empiezo a cruzar la calle y los dos seguimos viviendo suspendidos en su espejo retrovisor.

Viernes, espero dos semáforos, y otro más, y otro, a que llegue el coche matrícula FM. No llega. Paso lento a la otra acera, y llego lento a la calle Huertas. Por la noche no concilio el sueño; en mi mente, obsesivamente presente la mirada suspendida. En la profundidad del sueño, me miro en un espejo, y no veo nada. Le siguen otras noches de insomnio, no sé cuantas más.

Pizarras al viento

¿Volverás algún día? Leyenda de pancartas en las pasarelas y catenarias de la M30. Pizarras ondeantes al viento.

Tomar la 5B, al Parque de las Avenidas, desde el subterráneo que comienza en San Pol de Mar es una gincana peligrosa. Una exigencia por cambio de trabajo. Son casi veinte kilómetros por la ruta Sur. Salida 5B… salida 5B.

En mi primer día llego a la misma hora que ella. Deja su coche en una plaza reservada. Yo aparco en el primer sitio libre de los espacios señalizados.

Conjunto de chaqueta y pantalón, metro setenta y cinco mínimo, pelo corto, zapato plano y gafas de sol marca Nina Mür ¡Buenos días! Respondo a su saludo.

La persona que me recibe me pide que espere. Me presenta a los compañeros. Después recibiré del jefe mi “job description”. Dos toques en la puerta y entro. No era jefe, era jefa, era ella. Unos minutos en la mesa de reuniones. Es agradable y de pocas palabras. Me pone en antecedentes y me da las instrucciones de mi trabajo.

Treinta por cien teléfono, serás voz de la empresa. Es importante ¿sabes? Treinta por ciento coordinación de incidencias en entregas, y treinta por ciento elaboración de informes. Los viernes despacho.

Llegamos todos los días a la misma hora ¡Buenos días! Le respondo, y aminora el paso. Le abro la puerta y me regala una sonrisa, un dardo directo al corazón. Los viernes terminamos el despacho por la tarde, con un chocolate en la churroteca de la esquina. Los últimos viernes, los chocolates eran cada vez más lentos.

Final del verano y de las vacaciones. Ella no aparece. Insinuaciones. Es más de escuchar que de hablar. Nunca cuenta nada de su vida. Alguien comenta, la fichó una multinacional, Delivery System.

La Navidad está cerca. Catenaria de la 5B, única pancarta sobreviviente, renovada; varias facturas de ferretería en mi cajón. Hoy, al final de la frase interrogativa “Volverás algún día” aparece otra palabra: “SÍ”

El día de celebración navideña en la empresa la esperábamos; embestí al vehículo de delante, en la salida 5B al Parque de las Avenidas. Seguro a todo riesgo. En plena celebración recibimos una botella de cava y una tarjeta, Feliz Navidad, imposible asistir. Os echo de menos.

En el aparcamiento, muy tarde, solo mi coche en las plazas señalizadas. Cojo la 5B. En poco tiempo me tragará el túnel que me llevará a San Pol de Mar.

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