Me quede en secreto, todos tus secretos.

Los lindos, los feos, los peores.

Me lleve esos ratitos que duraron para siempre, y no volví más, apurado por el hábil tiempo, que nunca se detiene.

Siempre espontanea supo ser tu belleza, cada centímetro, cada momento.

Tan variables tus colores, tan gigante tu corazón.

Que me dio un lugar, una identidad, una pasión.

Mirá si fuiste importante, que sin ti, no soy yo.

Me descuidaste, te descuidé, me lastimaste y te lastimé.

Enamorado lloré, decepcionado grité. Ante tu luna besé y caminé mil veces tu amanecer. Me diste casi todo, y te deje casi nada. Y mientras no me fuí (para siempre) , nunca te extrañe.

En fin, nunca noté en que momento aprendiste todo sobre mi, ni tampoco cuando te conocí tanto. Hoy sospecho de tus escenas cotidianas protagonizadas por los mismos artistas, incansables, de tus tardes soleadas a gusto y de tus tormentas tan interminables.

Te vi de guerra, te vi de gala. Te vi teñir de verde tantos grises, te vi abrigar a la intemperie.

Por todo esto y todo lo demás es que te prefiero siempre, del barrio para el barrio, como quien dice «todo vuelve», por mas lejos que me encuentre, sos mi pasado y mi presente, y llevare tus huellas, donde el futuro me encuentre.

Que lindo sos barrio, que lindo fuiste y que lindo seras. Ese único punto micro-pequeño que me pertenece en todo este sistema solar.

Mi barrio, mi ADN, los cimientos de esta gran historia por contar.

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