Torrente de Anhelos

Torrente de Anhelos

Risbel Berbis

13/12/2018

Me pareció volver a verte entre la espesa niebla; con un torrente de anhelos corrí hacia ti…

Mientras caminaba noté que el viento era el mismo de aquella noche, lleno de algarabías, inundado de niños que revoloteaban como aves sin escape, lejos de sus nidos. Los padres miraban a sus pequeñuelos saltar; mientras gustaban de los bocados de chismes más recientes, como carroñeros despedazando a algún inocente que habrá tenido algún desliz.

Como todos los días me encontraba como sonsa mirándote, apartando la mirada cuando hacíamos contacto visual, esa electricidad que emiten tus ojos me dejaba sin aliento, se me cortaba la respiración, comenzaba a sudar y mis sentimientos a hablar por mí misma, mientras más torpe me veía más evidente fue todo mi amor por ti. Nuestros amigos sabían que te amaba, a nuestras reuniones en el barrio no faltaba, con el simple hecho de estrecharte un cariño fingido de amigos.

Después de jugar un rato baloncesto en esa cancha ya corroída por la mugre, que la municipalidad tantas veces consiguió reparar y que los vagos de la sociedad destruían con su mal uso, con esas ganas de siempre imponer su absurda rebeldía; esperaba que todos se fueran para poder quedarme contigo, como un especie de complot nos dejaban siempre solos y sin importar que al llegar a casa me dieran una apaleada que según mis padres yo aprendería y no lo volvería hacer; me quedaba enamorándome más entre los temas ridículos que tocábamos pues el fin sólo era contemplarte.

Mis horas preferidas era cuando caía la noche, los banquillos de ese pequeño parque me llamaban, los vecinos llegando a sus casas después de un día cansado de trabajo me avisaban que mi momento preferido se acercaba, sin vagos en aquel callejón oscuro donde nadie podía acercarse, me decían que había tiempo para estar juntos de nuevo, aunque sea unas horas. La casa de mi mejor amiga nos servía como punto de reunión cuando se asomaba el invierno; teníamos pase libre para comenzar a contar esas historias fantasiosas cargadas de miedos que nos hacían temblar al acordarnos en nuestros aposentos.

Todo era hermoso… y me pareció volver a verte entre la espesa niebla; con un torrente de anhelos corrí hacia ti…

Y mis ojos se llenaron de lágrimas; recordando cuando las calles me hablaron de ti, el parque no volvió a tener atractivo, los banquillos me preguntaban ¿Qué se ha hecho?, ni siquiera pude responderles. Mis amigos siguen siendo los mismos, los vagos siguen dañando los avances del actual gobierno, mis padres siguen «apaleándome» cuando no obedezco; todo aparentemente sigue igual.

Mientras corría hacia ti, recordé mirándome al espejo y mis pecas de niña inocente me traen la imagen de las tuyas desplegadas en tu espalda, las cuales me parecían seductoras cuando el sudor de tu cuello caía como río sobre ellas, y queriendo resistirme mis pies por ahí tropezaban.

Entonces cuando llego a ti, la espesa niebla se burla de mí; me dice que no estás. Fue sólo una visión delirante. Me siento en el borde de este inmenso»Guanacaste», lleno de antaño comienza a consolarme. Cierro mis ojos y según la materia le doy un beso al vacío; pero según el corazón puedo besar otra vez tus labios llenos de miel, esa que no empalaga.

Levanto mis ojos, suspiro y escucho la voz de todo este mi barrio que me dice…lo mucho que te amo.


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