Marcos Sastre: La esquina

Marcos Sastre: La esquina

Mariana

09/12/2018


Una persiana vencida y silenciosa por el uso de tantos años da a la calle Marcos Sastre. Casi nada se puede observar detrás de ella, sólo vestigios de sonidos, ruidos inescrupulosos que hacen sentir a uno la desdicha o dicha de pertenecer a una gran ciudad amurallada de casas y edificios.

Detrás de aquella cortina, voces coqueteando con los insultos de siluetas indescifrables que continuamente casi sin dejar respiro pasan por la calzada.

Risas, silbidos… y más sonidos de bocinas… Repetidos frenazos de autos… Motores rugientes que ensordecen a los vecinos. De pronto, pequeños espacios de silencios…anhelados hasta por el viento.

No se oyen tantas voces de niños jugando en la acera como en otros tiempos donde la seguridad era inmediata.

Quejas de vecinos por la situación política y económica del país que se congregan casi a diario por la vereda. Se percibe la sombra del almacenero que inspira sospechas reunido con el muchacho del taller que arregla aires acondicionados. Alguien tose… Si pudiera observar detrás de esa cortina y ver con mis propios ojos lo que sucede en la calle Marcos Sastre.

Se oye la voz de Don Jorge, el Cholo, pintor de toda la vida del barrio saludando como de costumbre a todos los transeúntes. Ya son las 17:00 hs., seguro que se encuentra con sus conocidos.

Y como todas las tardes, se siente la suave voz de la maestra abrumada por el bullicio de los niños de esta época contando a María los despiadados sucesos del sistema en la escuela pública de Argentina.

Al oscurecer, las voces se apagan por el cansancio, el temor a la inseguridad, y la rutina de la cena. La persiana que da a la calle Marcos Sastre sigue tendida esperando con recelo el despertar de un nuevo día inquietante, dubitativo.

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