Me encuentro aterido sentado en el banco junto al río.
El agua pasa sin culpas como siempre.
Desde aquel domingo por la mañana conservo la ropa y tu perfume .
La isla enfrente se asemeja a una gran ballena jorobada.
Estoy inmovilizado el miedo y la rabia oprimen mi cuerpo.
Las aves me reconocen y vienen por su comida diaria.
Es fácil desear no ser el último en salir a caminar por la pradera para no sufrir.
Las canoas pescadoras regresan de la faena con desigual suerte.
¿Qué sucederá cuando llegue a casa cierre la puerta y apoye mi espalda detrás de ella?
Los camalotes bajan anunciando el inicio de una nueva crecida.
Una a una se derrumbarán las piedras del dintel de mi vida ante la chimenea.
Los patos comienzan a migrar hacia climas más benévolos
El no tenerte colgada de mi abrazo hoy ya es parte de mi muerte.
La sirena del frigorífico de pescado larga y aguda arranca el aullido a un perro.
Se acerca tu silueta inconfundible por la rambla viniendo hacia mí.
La primera nevada golpea mi gorro de lana y cristaliza mis lágrimas.
Cae el ramo de rosas rojas de mi regazo.
La brisa helada mueve los juncos suavemente.
Sabía que no me dejarías solo en este trance.
Escucha a los cisnes como nos cantan.
Acurrúcate junto a mí por favor, alma contra alma.
OPINIONES Y COMENTARIOS