Sonidos y silencios en la noche

Sonidos y silencios en la noche

Una pesadilla angustiante nos despierta en la mitad del sueño nocturno, que pretendemos que sea reparador de una jornada de trabajo. En cuanto tomamos contacto con la que ahora sentimos como dulce realidad nos decimos con un suspiro: “que alivio… era un sueño…”.

Pero, en pocos minutos, comprobamos que del despertar imprevisto sobreviene un insomnio no deseado. Aprovechamos para hacer una rápida visita al baño, tal vez también para beber un vaso de agua. Es demasiado tarde para ponerse a mirar televisión, demasiado temprano para levantarse en un nuevo día, y no hay voluntad suficiente para ponerse a leer.“Y bueno, volvamos a la cama, ya vendrá el sueño”.

En esa soledad tan especial de sentirnos los únicos seres despiertos en el mundo, aprovechamos para ir descubriendo, relajados, los sonidos y los silencios de la noche: una sirena lejos, muy lejos; un tren, no tan lejos (siete cuadras), que nos trae a la memoria los versos de Homero Manzi: “…el misterio de adiós que siembra el tren”; el murmullo de las ruedas de vehículos que se deslizan por calles cercanas; a veces, algún maullido en reclamo de amores urgentes; siempre, un ladrido (vuelve el recuerdo de Manzi: “…un ladrido de perros a la luna…”) que si se repitiera, tendrá rápida respuesta en una reacción en cadena de canes desvelados (también los pichichos tienen sus redes sociales); más cerca, el ruido brusco en el patio contiguo al dormitorio causado por el movimiento torpe del cuerpo del perro de la casa, que seguramente está cambiando de posición y reacomodando sus casi cuarenta kilos, con un onírico resoplido; casi imperceptibles crujidos de cosas probadamente sin vida (que parecen querer renegar de ello): puertas, ventanas, cielorrasos…

La notable ausencia de voces humanas… De pronto… la puerta de calle que se abre… ¿¡Quéee!?… se aaabreee…¿chorros…? A no desesperar: uno tiene hijos adolescentes, vienen y se van a cualquier hora…(esperemos que sea uno de ellos…). De cualquier forma la poesía y el ensueño han concluido abruptamente. Y entonces rogamos a Morfeo que se haga presente de inmediato para poder retomar algunos minutos más de sueño antes de tener que enfrentarnos con la dura realidad de la vigilia cotidiana que comienza dentro de un ratito no más.

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