¿Y dónde estan las risas?

¿Y dónde estan las risas?

Juan D Velasquez

19/11/2018

Y aquí estoy, sentado en aquel escalón. Viendo alrededor de tu hermoso paisaje que trae a mi mente aquellos hermosos recuerdos. Me hace preguntarme ¿Aún me recuerdas?

¡Soy yo! aquel niño de aquella vez, que jugó por tus senderos con la camisa sucia y el pantalón roto. Te veo aquí, como siempre lleno de colores y juegos, rodeado de árboles y arbustos, que bailan al compás del viento de mi hogar. Sin embargo, hay algo que me preocupa. Este silencio sepulcral no combina con tu espíritu vivaz. ¿Qué te ha pasado? ¿Qué te ha alejado de ellos? o, es que acaso ¿Ellos se han alejado de ti?

Recuerdo aquellas veces que fuiste mil mundos, que pasabas de ser un barco a un castillo. Que hermosa facilidad tenías de transformarte en aquello que anhelábamos, pero, ya no hay quien te transforme. No hay quien estremezca tu ambiente con gritos de alegría, ni sonrisas tímidas en las esquinas de tu prado. ¿Dónde está el alma de un parque que no tiene niños?

Miro a todos lados y con desdén hallo una respuesta. Esta ahí frente a mis ojos y curiosamente también en mi bolsillo. Veo aquellas pequeñas siluetas acercarse a ti por un borde sin ofrecerte ni siquiera una mirada de compasión. Caminan lentamente con la vista en una pantalla y los pies arrastrados, mientras a ti solo te tocan las hojas que caen de los arboles vecinos ¿Es acaso eso un llanto?

Perdona si nunca lo dije, pero eras mi lugar favorito. Tus columpios fueron mis alas y tu juegos mi inspiración. Fue aquí donde hice mis primeros amigos y también los verdaderos. Fue aquí en donde supe lo que es un amor sincero.

Tal vez, para los demás solo eres un parque, pero para mí eres mucho más. Te veo y no puedo evitar suspirar y sonreír al recordar lo que hiciste por mí, pero ya no queda mucho tiempo, debo partir y dejarte de nuevo para seguir mi camino.

Esta despedida no sería tan amarga de no ser por tu situación. Te dejo con el sinsabor de saber que estarás más solo que nunca, y con eso en mente me levanto del escalón para marcharme con los ojos llorosos.

Una brisa rosa mi mejilla y sé que son tus labios diciéndome adiós. Pidiéndome que no me vaya tan fríamente mientras me alejo por la calle que da a la estación; y con un nudo en la garganta corrijo mi rumbo, corriendo sin pensar a los columpios una vez más.

Tal vez no te devuelva la vida, pero si, te otorgo mi sonrisa al ver una vez más el cielo con los ojos de aquel niño que solía jugar. Y dejándolo todo de lado me despido de ti, con el corazón cálido y las manos sucias al compás de un llanto esperando que las risas vuelvan una vez más.

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