VIVA EN VILLAS DEL EDÉN

VIVA EN VILLAS DEL EDÉN

V

24/10/2018

Soy la última persona que queda en este lugar, la única necia que no se resigna. Esto no es el Edén.

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Departamentos de lujo con estilo neourbano y acabados artesanales. Zona con gran potencial de desarrollo, a 10 minutos del Periférico. Aproveche ahora o arrepiéntase para siempre. Viva en Villas del Edén, habite el paraíso perdido.

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Dicen puras mentiras en ese cartel, ¿un paraíso aquí? Doña Juanita y el señor Rigoberto se fueron hace dos semanas, eran los otros que resistían. Al final se rindieron, no aguantaron las amenazas de esos tipos. Esos culeros vienen diario a gritarnos, traen tubos y hasta han sacado navajas. Debemos irnos por nuestro bien, es lo que dicen. Disque porque el dueño quiere recuperar sus terrenos, disque porque van a construir y modernizar. Puras mentiras dicen.

Estoy sola, los que fueron mis vecinos ya son recuerdos. Son fantasmas.

Ahora que me pongo a pensarlo, he pasado mucho tiempo así. Sola, siempre por mi cuenta. Como animal herido. Ha pasado tanto tiempo, mi marido casi cumple diez años de difunto y mis hijos nunca volvieron después de largarse. Bola de ingratos. Creí que estaba acostumbrada, pero este es otro tipo de soledad. Se siente diferente, no es nomás la angustia de un cuartucho vacío. Es un abandono, todos me olvidaron. Me dejaron sola.

Soy la última persona que queda, hasta los perros se fueron.

La ciudad se derrama y su sombra negra nunca termina. Los edificios brotan a cada rato y cada vez más cerca. Se llenan de gente enseguida, como nidos de insectos. Ellos llegan y nosotros nos vamos. Tenemos que irnos, nos obligan. Ellos y nosotros, por separado, siempre ha sido así. Ellos están allá y nosotros nos quedamos aquí, así había sido siempre. Ellos trabajan en oficinas y nosotros limpiamos vidrios en los semáforos. Por separado, ellos y nosotros.

Ahora ellos quieren quedarse con todo, ni siquiera nos dejan nuestra miseria.

Nosotros siempre hemos estado aquí, hemos soportado. Empezamos construyendo casas de cartón, después encontramos láminas que aguantaron la lluvia. Primero recogimos agua de los canales sucios y luego tuvimos nuestras llaves. De plano no era lo que queríamos, no era nuestro sueño. Pero era algo. Era un techo, eran nuestros hogares. Sufrimos riendo, entre la mugre y las chinches. Tuvimos familias y les pasamos nuestros apellidos. Soportamos, nos ganamos un lugar.

Eso creíamos, pero en el paraíso no hay lugar para los condenados.

Ahí vienen esos culeros, escucho sus pasos. Ahora no gritan, están callados. Sus pasos van y vienen, de un lado al otro. Quiero asomarme, pero tengo miedo de que me saquen. Mi cuarto se llena de humo, me lloran los ojos de inmediato. Siento el calor del incendio, el dolor del fuego. Pero no me iré, no importa lo que pase.

Aproveche ahora o arrepiéntase para siempre.

Esto no es el Edén, es el Infierno.

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