Potrerillos

Esta es una historia de despoblación, ocurrida en mi hermosa tierra.

En una de las tantas localidades mineras, de este largo país llamado Chile, hoy les hablaré de Potrerillos, la ciudad fantasma está ubicada en la tercera región, mas conocida como Atacama, cerca de la Pre-cordillera de los Andes más o menos a unos 3000 metros sobre el nivel del mar. Allá en las alturas, donde los páramos son color parduzco y cobre, ahí el viento, te roba las palabras y soledad llega hasta el horizonte.

Cerca del año 2000, Codelco dueña de la faena, determino cerrar sus operaciones y trasladar los habitantes a otras ciudades como Copiapó, Diego de Almagro y la Serena, la causa principal fue la contaminación ambiental brutal, los procesos de relave y el vaciado constante de aguas servidas, alteró definitivamente el entorno, que no se pudo recuperar nunca más.

Esta localidad nació como uno de los tantos campamentos mineros, luego comenzó a progresar transformándose en una pequeña ciudad, sin embargo tal como emergen, y tienen su apogeo, también tienen su caída.

Luego con la aparición de otra faena en la zona conocida como El Salvador, Potrerillos fue perdiendo el protagonismo que alcanzo en alguna época, siendo relegado y luego cerrado definitivamente.

Aquí está el testimonio de la señora Juanita Castro, una veterana nacida precisamente en la localidad. Ella se negaba a abandonar su ciudad natal, durante muchos años, se mantuvo gracias a un pequeño “Taller de costuras»__en el cual reparaba los uniformes de los mineros. y otras prendas más, con lo que le permitía vivir modestamente. Luego se produjo el éxodo masivo, desapareciendo definitivamente las personas__ el comercio y con ellos el trabajo.

y la gente nuevamente tuvo que migrar extrañamente dentro de su propio país.

Por lo tanto, y por fuerza mayor deshizo su modesto local, de cuatro tablas__ guardo su vieja máquina Singer, un pequeño busto de madera, un par de viejas tijeras__ unas cajas de hilos cadena y algunos cachueros, junto con su gata Pinky.

Miro hacia atrás, recordó a los que ya habían partido, y que hoy descansaban en la soledad del desierto. Alzó sus ojos al cielo, se persignó y se fue con rumbo al norte.