«Ya no es lo mesmo que enantes»

«Ya no es lo mesmo que enantes»

¡hu mijito! Ya no es lo mesmo que en antes. Haber… a lo mejor yo tenía la edad de tu hermana, mocosilla pues pa que me entiendas. Mi apa era el herrero de la hacienda, que en ese tiempo era de un tal Javier Jiménez, muy buen patrón, alto, guerejo, ojo de color, muy risueño y muy buena gente, se paseaba por la hacienda en un caballo que yo veía gigante, casi como la casa en la que vivíamos, que nomás era un cuarto, haz de cuenta lo de la sala ahorita, nos acomodábamos en petates y casi atravesábamos lo largo, ahí todos los chiquillos como tamalitos envueltos. Eso sí, sucios y lombricientos pero siempre bien felices mijito, imagínate ¡éramos trece!, yo no sé cómo hicieron mis apas para alimentar tanta boca. Y así era en antes, todos tenían de a diez, de a 5 por menos ¡de a quince! o como don Cirilo que tenía diciocho chamacos y decía “con que logre unos diez y cada uno me dé un real al mes vivo mejor que el hacendao” a que don Cirilo. ¿Un real? así les decían a lo que ahora tú le llamas peso, en aquel tiempo era mucho dinero mijito.

Pues haz de cuenta que los que le trabajaban al hacendao vivían en la hacienda, no en la casa grande donde vivían los patrones como don Javier y su familia, el sacerdote, el doctor y los de más importancia según ellos, si no que alrededor había casas o cuartos pues, para los criados, herreros, cocineros, pistoleros, albañiles. todos los que le hacían los trabajitos al patrón pues para que me entiendas, todos menos los que trabajaban la tierra, los campesinos y sus familias estaban fuera de la hacienda, nos dividía una barda, que aún se ve allá por donde estaba la tienda de José Herrera ¿la has visto? Eso es lo que queda de la barda, ¿tu abuelito? él vivía afuera de la hacienda, el me enamoro y tuve que salirme a vivir con él, bueno bueno, esa es otra historia, ya luego te la cuento mijito. Pero a lo que tú preguntabas. Pues imagínate todos esos que te digo con seis o más chiquillos por familia, ¡era un hervidero de mocosos! Como los tepocates en un charco que se está secando ¿los has visto? y todos nos juntábamos bajo el mezquite grande, todas las tardes ya que bajara el sol y jugábamos unos juegos que disque españoles y otros que nos decían los apas de sus apas y me imagino que inventábamos uno que otro, ya vez como es de caraja la rasilla cuando se junta.

¡Era todo un circo! Que ya chillaba uno, que ya se había descalabrado el otro y que fulanito quería con perengana pero también zutano y pues terminaban dándose de moquetazos y todos los demás apostándole a su gallo ¡imagínate como se poníade fea la cosa en ese tiempo!

No mijito, enantes no era como ahora que solo juegas con Carlitos.

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