Cada día en muchos pueblos de esta España mía se producen migraciones hacía las ciudades.
Queda detrás abandono y desolación, casas en ruinas por no poder repararlas, iglesias que repican campanas a una misa a la que ya casi nadie acude.
Campos abandonados, en donde una población cada vez más envejecida, no puede levantar ya esas ruinas, porque sus cuerpos encorvados por los años y el duro trabajo, ya no se lo permiten.
La juventud se va hacía las ciudades, buscando con esperanza una vida menos dura en unos casos, buscando en otros la diversión, un mundo nuevo una forma más libre de vivir.
Al final los que se van se encuentran una ciudad masificada, con excesos de edificaciones, sus libertades menguadas. Anteponen la comodidad, la diversión, el dinero.
Aunque no en todos los casos es así, a veces sólo buscan una vida diferente que les de aliento y una vida más digna. Quizás trabajar de sol a sol sea una vida muy dura.
Hoy es así, mañana más pronto que tarde sucederá al revés.
Retornaremos al pueblo que dejamos atrás, volveremos buscando la verdadera libertad, la verdadera dignidad.
Despoblaremos las ciudades masificadas, la ansiedad, el estrés y volveremos buscando esa paz, esa calma, esa tranquilidad que perdimos al huir.
Esos paisajes olvidados, esos campos de dorado trigo, esos cielos limpios estrellados, el agua cristalina de sus fuentes, la calidez de sus gentes y la sabiduría de sus ancianos.
Retornaremos para no migrar jamás, poblaremos de nuevos esos bellos pueblos, donde el aire es limpio aún y sus dorados y verdes prados viven ajenos a la contaminación, donde sus gentes moran ajenos a la degradación humana.
Volveremos porque un día entenderemos que eso es la vida, la belleza, la paz, que eso es lo que queremos realmente y lo necesitamos verdaderamente.
Regresaremos todos un día allí, porque allí se respira limpio, sus gentes son sanas, el sol brilla pero no quema, y trabajaremos esos campos y reconstruiremos esas casas.
Quizás en esos pueblos hoy despoblados podremos encontrar al fin lo que realmente buscábamos errando de un lugar a otro sin darnos cuenta, que de donde partimos, se quedó la felicidad esperando nuestro regreso.
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