«Sólo cuando el último árbol esté muerto, el último río envenenado, y el último pez atrapado, te darás cuenta que no puedes comer dinero.” – Sabiduría indoamericana
El proceso fue lento, la despoblación contundente.
Una enfermedad silenciosa alteró una por una la memoria de las células.
Contaminó todo lo biológico a su paso lento… silenciosa.
Uno por uno destruyó los más nobles sentimientos.
La bondad y la verdad desaparecieron. Las fuerzas involutivas arrasaron con la vida a su paso lento… silencioso
— ¿Cómo pasó? ¿No lo vieron venir? ¿Dónde está mi cuerpo?
Fue abortado. De todas maneras no podrías respirar, no hay oxígeno suficiente.
—¿Y mi madre?
La mujer, confundida, deseando igualar al varón. Deslumbrada por lo banal, viviendo en la apariencia. No comprendiendo y deshonrando el principio femenino de Amor y sabiduría ancestral
—¿Y mi padre?
El varón, confundido, deseando ser mujer o infringiendo sufrimiento a la mujer. En ignorante competencia, se comporta con violencia y fanatismo. No comprendiendo y deshonrando el principio masculino de inteligencia y voluntad
—Entonces… ¿la base, la familia?
Destruida. Muerta la consciencia fraternal, fue mutando su raíz. Se transformó en una mezcla irracional de egoísmo, desamor, incomprensión. Pura confrontación de personalidades.
—¿Y los niños nacidos?
Sobrevivieron muy pocos, contaminados, infectados.
–¿Nadie les avisó? ¿Y la ciencia?
Incompetente. Creyendo ser inventora y dueña del cuerpo material. Sus representantes no estudiaron la verdadera constitución del hombre. Buscan la cura en las consecuencias, no investigan ni comprenden el origen del mal acaecido.
– ¿Y las religiones?
Compitiendo y matándose, para ver cuál de ellas es la dueña de Dios. Bendiciendo los asesinatos masivos que los hombres llaman guerra.
–Pero… yo quiero volver a habitar ese planeta, tengo deudas que pagar, bendiciones que recibir.
Ya no. Fue devastado. Se dilapidaron los bienes, se desestimó el cuidado, no se cumplió lo acordado. Se les dieron infinitas oportunidades.
Ya no.
En verdad os digo:
Si desaparecieran de la Tierra, todos los animales y hasta el último insecto, en el término de un año, el planeta en su totalidad moriría.
Pero si desapareciera de la Tierra, hasta el último hombre, en el término de un año, el planeta en su totalidad reverdecería. Volvería a ser el paraíso que les fue legado.
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