La leche en polvo con vitaminas para el bebé, la descremada para la hija, el yogurt con calcio para la madre, el horario de la oficina, del gimnasio, de la niñera, de la escuela, del jardín, de baile, de inglés, la ropa sucia, los platos, las plantas, la plancha, la luz del pasillo que no enciende, la gotera del baño, la mancha de humedad en la cocina. La revista que le dice lo bella que es con esa celulitis, y dos páginas atrás le da cien trucos para eliminarla. Los antiabortistas que le hacen un culto a la vida que no nació y quieren matar a todos los “negros de mierda”. Los curas que la manosearon de chiquita y después le prohibieron el deseo. Nunca poder tener el control remoto. El gasista, el plomero, el electricista, el de la computadora, el mecánico, que siempre le cobran de más. El jefe y los compañeros de la oficina, el talle único y la humedad. Las estrías del combate y las heridas de la guerra. La mermelada light y el pan de centeno. Las frutas y verduras envenenadas. Saturno en Aries. La ciudad sin estrellas. El ascensor atascado. La dieta de la luna y la crema anti-age. El perfume que sale dos mil mangos y fin de mes. Arjona y la menstruación. Los meteorólogos y los huesos. Las redes sociales y la felicidad, la indignación y los perros perdidos. El capitalismo, el comunismo, el socialismo y el patriarcado. Los espasmos y las jaquecas. El dentista, el dermatólogo, el ginecólogo, el peluquero. Las sorpresas de la vida y las muertes súbitas. El edulcorante y el café de filtro. Los fibrones que duran dos días y las lapiceras que se revientan. La primaria, la secundaria, la facultad, el posgrado y el doctorado. La especialización. El libro que espera ansioso en la mesa de luz. Los fanáticos, el fútbol, la política y la religión. Los papeles quemados y los casettes perdidos. La búsqueda de la verdad y la mentira eterna. El humo de los autos, la gotera del aire acondicionado, los pelos encarnados, la rampa de discapacitados obstruida. La angustia de los 20… y de los 30… y de los 40… y de los 50… y de los 60… y de los 70… y de los 80… y los remedios que se acumulan. El otoño caluroso, el verano en la ciudad. El marido y la amante, los hijos y los narcos, la suegra y el polvo.

Pasó por el espejo, se vio completamente hinchada, y en un acto de eutanasia, tomó un alfiler y explotó.

FIN

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