Naturaleza interior

Naturaleza interior

Ginimar de letras

15/09/2018

Naturaleza interior

Si el verde se agrisa
se asfalta
si muere…
buscaré
el verde en mi interior

como Tranströmer
como Thoreau

habitaré mi propio paisaje
mi cabaña
mi Walden
sin salir de mí

hasta que el mundo
se deshiele
a mediodía.

Taxonomía del silencio

En la montaña
el silencio suena diferente
por la mañana
que por la tarde

es difícil de explicar

diría que tiene
diferente densidad

mas no hay mayor silencio
que el que separa
un trueno de otro
en plena tormenta

y, sin embargo,
al hombre

nada lo calla.

Flor de invernadero

Soy una planta de interior,
una flor de invernadero.
Tengo los pies en la tierra,
el corazón en el suelo.
Mi mundo es una maceta
que se queda pequeña
si me muevo.
Sueño con echar raíces
en la montaña
y ramas en el firmamento.

Laguna de Bezas

Zumban las moscas.
Croan las ranas
—verde esmeralda y doradas—.
La laguna se enrosa
de polygonum amphibium en flor
—mini flamencos con los pies en el agua—.
Las libélulas se aman de azul.
Las fochas comunes ¿graznan?
El sol se echa la siesta
en la masía abandonada.
Hay rastros de jabalíes
—tierra escarbada—,
también colillas:
huellas humanas.

Quisiera ser

Quisiera ser
un espíritu del bosque
tan antiguo
que no tuviera nombre,
sentir por un momento
que el infinito
resbala por mis venas,
que desangra la realidad
y espera.

Simbiosis

Admiramos el río
—su constancia, su poderío—
e ignoramos la tierra que lo encauza.
Sin margen no habría río
ahora bien,
sin río,
la tierra, seca,
moriría.
No son nada el uno sin el otro
pero el mundo se queda siempre
en la superficie.

Soy

De cúmulos, cirros y estratos
mi cabello.
De tierra, roca y vegetación
mi vestido,
decorado según la estación
con nieve o con nidos.
De animales, mi alma;
mis venas, de ríos.
Respiro sol.
La noche es mi abrigo.
Aire, tierra y agua soy:
la montaña,
un ser vivo.

Querido otoño

Ya hace frío
para meter los pies en el río.
Me despido del verano
y doy la bienvenida
a su hermano más hermoso.
El monte es un escaparate de setas.
Encontré el primer rebollón.
Ya no hay libélulas.
Un mirlo surfea
río abajo entre las piedras
—la naturaleza
siempre alberga sorpresas—,
planea bajo el puente
como un adolescente
sin miedo o sin cabeza.
No me ha visto:
soy una cámara indiscreta.
Los días se acortan.
Abundan los cielos de tormenta.
La vida es esperar a que escampe
y chapotear con chancletas.

Truenos

El cielo es un arrastrar de muebles,
cambian los dioses su lugar.

Trastean y limpian
en profundidad

la mirada.

Naturaleza anfitriona

Las marmotas
—gatos de las praderas
del color de las piedras—
nos observan
desde el vano de su casa
con las puertas abiertas.

Cuatro jóvenes águilas reales
nos sobrevuelan.
Las marmotas alertan
de su presencia:
grito
—silencio—
grito.
Una llamada diferente
a la que advierte
del peligro por tierra:
grito, grito, grito.

En el camino, un lución:
un lagarto sin patas
que parece una serpiente
pero no lo es
—al contrario que algunas personas—.
Su piel marrón reluce al sol
como la goma de una bicicleta.

El camino está plagado de rebollones,
nos salen al paso
con sus sombreros naranjas
saludando.

La naturaleza
—atenta anfitriona—
nos proporciona
paz de espíritu

y la cena.

Frutos de la lluvia

La lluvia besa
el agua de mi vaso
y bebo lluvia.
El sol se ha caído en el pantano
huyendo de la tormenta.
El arcoíris brota tierno del valle escondido.
Corona del cielo,
luminoso cartel:
¡Shhhh!
No reveles nuestro secreto al universo.

Stop natural

El agua del río lagartea
y me hace cosquillas en los pies.
Lamen las piedras mis tobillos.
El sol trepa por mi espalda
y me da de comer
los frutos de su huerta.

Calma.

No hay prisa.

La vida puede esperar.

Hoy la tierra me dice
que es tiempo de trasguear.

Flora urbana

En la ciudad
el silencio es de hoja caduca
y el ruido de hoja perenne.

Magia cerval

Un cervatillo
de enormes orejas
negras

me observa.

Permanezco
quieta
casi
sin
respirar.

Mueve la cabeza
al compás de su inquietud.

Es
la inocencia
corpórea

la belleza
innombrable.

Acude su madre
y se lo lleva.

La magia existe:
es este lugar.

Aliento

El sol calienta la piedra
que calienta la lagartija
que alienta el corazón.
Frambuesas y setas
abren la ventana
a la montaña
tras la tormenta.
Tristes tritones dormidos
en las aguas del río
ásperos como piedras vivas.
El río es el sonido
de la felicidad
que camina conmigo.

Lengua vegetal

Quizá los árboles hablan un idioma desconocido
o los líquenes escriben signos
que no somos capaces de interpretar.
¿Qué estará diciendo de mí la hierba que piso?
¿Qué opinión tendrán las plantas de la humanidad?

Inmensidad

Este es mi espacio,
mi terreno,
la raíz que anuda
mi cuerpo,
espacio exterior
diáfano,
aire que llena
el vacío
interior.
Yo no soy ya
este hueco
desnudo.
El universo
expande mis poros,
respiro profundo,
me quiebro
de inmensidad
y soy aire:
parte de ti
y del paisaje.

Árboles

Las personas somos como los árboles:
necesitamos espacio para crecer.

De gotas y gatos

Tic, tic, tipi, tip.
Gotea la tarde.
Chip, chirip, chiribip.
Golondrinas,
bailarinas del aire.
Tap, taap, tap.
El verano flota
en almohadas rotas.
¡Bruuum! ¡Bam! ¡Babúm!
La naturaleza en estampida
hoy gana la partida.
Tapttarataptap ¡TARAPARRÁM!
El mar sobre mi cabeza
y yo, presa,
me siento feliz.
¿A dónde van los gatos cuando llueve?
¿A dónde va la lluvia cuando gatea?

Creaciones

Alimentas mi cuerpo.
Mi imaginación se ilumina.
Me alientas y vives en mí.
Ayer animal, hoy poesía.

Indecisiones

Por la mañana nieva despacio.
Una fina neblina oculta el monte.
Un silencio hueco me envuelve entre plumas.
Miro al cielo que esconde,
los copos que no acaban de caer,
y el mundo se detiene a su vez.

Por la tarde el sol se abre camino
y con él el agua en la tierra.
Como un conejo escarba su madriguera
y aflora en cascadas con furia.
Huele a polen, resina y savia.
Se destierra el invierno de la montaña.

Al día siguiente vuelve a nevar y nieva
con fuerza tres días más y nieva
sin pausa aunque estamos a mediados de abril.
Parece que este año
se ha quedado dormida la primavera.

La naturaleza duda, se equivoca,
rectifica y sigue adelante.
Por eso es más sabia y longeva que nadie.

Ronroneo

Mi corazón es un gato que ronronea
con rítmico y rutilante arrobo,
un río de garabatos que alborea,
la risa resonante de un rey remoto.

Lluvia

Llueve y me empapo
de naturaleza.

Ave de pecho

Un pájaro anida en mi pecho.
Gorjea, vuela, late.
Abro la puerta despacio,
que no se espante.
Retiro plumas caídas.
Limpio excrementos.
Relleno cada día
el agua y el pienso.
Salta a mis manos,
le doy un beso.
Su trino derrama
el universo.

Invierno

El invierno cubre la vida
con un manto de hierro.
Es un descanso impuesto,
un periodo para reflexionar.
Limpia y prepara
la tierra y el alma
para los nuevos brotes
que están por llegar.
Flora y fauna, por igual,
reponen fuerzas.
Paz y silencio,
semillas del pensamiento,
gestan oportunidades.
El mundo es un lienzo en blanco
que alberga el infinito.
Qué sabia es la naturaleza…
y qué dormido está nuestro instinto.

Esencia

A mi gato no le importa quién soy;
me quiere sin nombre y sin imagen,
sin teléfono ni dirección.

A mi gato no le importa quién soy;
mi sexo, mi edad, mi cultura,
mi país, mi religión.

A mi gato no le importa quién soy;
le basta el tiempo que le dedico
si le demuestro mi cariño.

Yo soy yo,
aunque cambie de apariencia,
aunque cambie de opinión.

A mi gato le parece
que si lo esencial prevalece
yo, sigo siendo yo.

Verde

Si yo fuera un color
sería verde.
Verde naturaleza,
brote verde,
el color de la vida.
Paz, calma y armonía.
Un verde ingenuo,
un poco inmaduro
pero en crecimiento,
el verde del desarrollo
y del progreso.

Color equilibrado
por intermedio,
entre el azul pasivo
y el rojo fuego,
ni cercano ni lejano,
ni frío ni cálido,
el verde es neutral,
tranquilizante y funcional,
el color de la resistencia
y la estabilidad.
Un verde esperanza,
el color de la buena suerte
y la creatividad.

Si mi color favorito
me define
y me pervierte
¿Qué fue primero,
el carácter
o el color?

Si verde soy,
yo no sería
el verde de la envidia,
de la muerte, del veneno,
de la burguesía ni del dinero;
o un verde monstruoso
de serpiente o de demonio;
aunque no me extrañaría
y me divierte,
ser un verde extraterrestre.

Bosque de interior

Estoy construyendo
un bosque de papel
en mi pared.
No da sombra,
no huele a tierra,
no hay música en sus hojas;
pero es hermoso,
de color verde
y me reconforta.

Es mi bosque
y es salvaje
si yo lo digo
—en las noches de calor
entre sus árboles
acechan felinos—,
mas siempre
es amable conmigo
si se lo pido.

Mi bosque…
mi refugio
en mi pasillo.

Llanto por los animales muertos a manos del hombre

Pido perdón
por la injusticia encubierta,
por el maltrato silencioso,
por las muertes impuestas,
por la inocencia robada,
por la violencia innombrable,
por la crueldad callada.

Pido perdón
por el horror,
por las vidas arrebatadas,
por el miedo y el dolor causados
por mi especie,
porque me siento responsable
por ser humana.

Sintonía

Repite su nombre en voz alta
con los ojos cerrados
una, dos, tres, cuatro,
las veces que sea necesario,
hasta que sucede el extrañamiento.
Desaparece el yo,
su identidad como individuo.
Se funde con el todo y sintoniza.
Es la rama, es el viento que la agita
y el aire en rededor.
Es el animal vivo y la tierra que pisa.
Es el espíritu dormido del muerto
y su recuerdo.
Es el agua que limpia y que ahoga,
el fuego que purifica y que hiere.
Es vida y es muerte,
naturaleza y arte,
energía pura,
esencia antigua e inconmensurable.
Nada importa nada.
Todo es insignificante y nada lo es
porque juntos somos más que nuestra suma,
el infinito todo,
la nada absoluta.

Matrioshkas

Un ser oculto bajo tierra
en un mundo secreto bajo la piel
de un ser insignificante
en un recóndito planeta.
No vemos ni una millonésima parte
de la realidad
de este universo de gigantes
incógnito y variable.
La verdad
es anónima e inabarcable, yo también
soy un ser en una piel
que no le corresponde.
Todo ser es un mundo desconocido para otro.
Seres escondidos dentro de seres,
mundos ignorados dentro de mundos,
seres que abarcan mundos,
mundos que comprenden seres,
breves
hasta el infinito.

Voy

Semilla sin tierra soy,
luz de noche,
voz sin hoy,
espíritu dormido.
Aún no he encontrado
mi lugar en el mundo
ni el camino,
pero digo
voy.

La tormenta

Me gusta la tormenta
porque acalla el ruido del hombre,
limpia el aire y el suelo,
y le obliga a buscar refugio
como a cualquier otro animal.
La tarea se posterga,
la electricidad se interrumpe,
la tormenta nos obsequia
con un momento de paz.
Algunos temen la tormenta
por instinto de supervivencia:
no saben qué hacer si se encuentran
consigo mismos en la oscuridad.

No quiero

no quiero no
no quiero
no quiero irme

me esconderé entre los helechos
pactaré con las nubes
seré río
musgo
roca
cumbre
pediré asilo al dios del bosque
moriré

con tal de no volver
junto a los hombres

Desahogo

Deshago mi equipaje:

guardo el sol en el armario;
el río, en la nevera;
las estrellas, en el baño;
el aire puro, en el congelador;
la lluvia, en fiambreras
y el bosque, en mi interior.

Una camada de gatos
resbala por mi corazón.

Ilustraciones: Jaime Sanjuán

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