Sabiendome privado del brillo de tus pupilas,
De esas mágicas auroras que me tienen en vigilia,
Mirándome perdido entre la oscuridad del mundo,
Busco en la noche fría alivio al dolor profundo,
Mientras transcurren segundos, de un reloj triste y herido
Y brilla el sol del inframundo saludando a mis latidos,
Soy un perro moribundo que agoniza en sus ladridos,
Siendo mis versos del mundo,
Solo absurdos alaridos.
Caminando sin camino, pues mis senda eran tus ojos,
Mis labios secos y heridos ansían tus labios rojos,
Con la misma sed que un río anhela causar destrozos,
Del amor que brindó abrigo
Ya no quedan ni despojos,
Hoy soy tan solo retazos de espacio deshaciendose en el tiempo,
Deambulando en el palacio
Del reino de los sedientos,
Recorriendo cada calle en la ciudad donde el aliento,
Desemboca en ese valle en el que habitan cuerpos muertos
El oscuro y frío valle de serpientes y de cuervos,
Transeúnte de un desierto y
Con la luna por linterna,
Triste, ebrio y harapiento
En esta ciudad moderna,
En esta sodoma eterna,
Donde los instintos hablan
Y sentimientos invernan,
A veces entro en la terna,
Otras en el par de ebrios,
Otras voy a la necrópolis,
A ese dulce cementerio,
Por tus ojos brindo ebrio,
Por la ausencia de su brillo,
Por los días de aquel sueño
Que hoy es puñal y gatillo,
Humo de cigarrillos,
Cerveza y papelillos con versos para ti.
Esta ciudad es gris sin tus pasos mi reina,
Ven y cambia su matiz, porque el dolor gobierna,
Ven a brindarle tregua,
A esta batalla absurda,
Entre la botella abierta tu recuerdo y la burla.
El camino es infierno, cuando se anda a oscuras,
Es un eterno invierno colmado de amargura,
A mi amargor sempiterno
Le falta tu ternura,
Sin tu voz mi cuaderno es solo una basura.
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