“El problema no puede ser ganado con estadísticas eso no cambiará la actitud de las personas. Hay que hacerlo a través de historias, humanizando a los refugiados sin rostro. Tenemos que mostrar sus nombres, sus caras, sus miedos, sus ambiciones, sus amores y de qué están huyendo»
Ower Jones
DÍAS DE NOCHES QUEMADAS
Días de noches quemadas que se van con el humo de su cigarro.
La memoria vacía rechaza los recuerdos que vuelan lejos, al país que ya no recuerda, cuando era la mejor versión de si mismo.
Ahora las calles, no importa de que ciudad. Siempre los mismos perros y los mismos ancianos.
Siempre perro y anciano.
Perdido. No es su lugar, él viene de lejos.
De una tierra que solo los ancianos recuerdan viva, que muere y va muriendo todos los días, a golpes secos, que la violan, que la retuercen . Como el cuello del ave, que ahora observa desde arriba el caos.
Impotencia sumida en la impotencia.
Amor impotente.
El ruido destroza el tímpano del reloj que sonaba a media noche, cuando la vida fluía.
La noche se hace luz, tan de repente . La luz de los metales, estallando en la tierra caliente.
Los deshechos destrozados, la maquinaria está en marcha. Los perros desaparecen.
La locura se hace cuerpo, se mide por miles y miles de cuerpos.
La iglesia ya no es sagrada, dios se ha largado en el último tren. Tampoco los hospitales.
Las sombras esconden su secreto. Acaparan el miedo.
El miedo se pega a la ropa, se esconde en las legañas de los ojos.
Se hace sitio en la piel y en el cerebro.
Se cuela en las casas y en las vidas.
Vidas que miran la carretera. El polvo les ciega las retinas, observan las huellas de los que ya partieron, como él.
Caminos divididos, sintiendo la esperanza en el barro de las uñas.
Miles de noches sin sueños, los sueños se quedaron allí.
La llaga del camino, el camino no espera, no mira hacia atrás, atrás solo es polvo.
No hay tregua.
Adelante.
Las palabras se tragan, el silencio tiene su propio lenguaje.
Se mudan los cuerpos, se funden las almas, ya nada les diferencia.
La nueva vida, el aire, las palabras extrañas.
El color de la nada, la llaga que no cura.
La vida que no espera, cuando tienes todo el tiempo del mundo.
La ciudad es tu mundo, tu mundo es una esquina.
Los olores sin nombre, callejuelas perdidas.
Tu nombre ya no es tuyo, tal vez, alguien lo guarda en una lista.
Y puede que alguien te nombre, pero no sabrás donde estás, simplemente es otra esquina.
Mientras tanto recuerdas, es solo el estribillo de una canción de cuna.
Escuchas los gritos de la madrugada, aún no has vuelto a soñar.
Soñar es recordar y recordar es malo.
Días de noches quemadas.
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