La dulzura de la noche abriga en su esplendor sueños que se deshilachan con los primeros rayos del sol. Y entre los fragiles hilos quedan enredadas nuestras fantasias más intimas, más profundas. Nuestros amores, nuestros miedos y nuestras pasiones. Aquellas que de día solemos esconder. Porque al final de cuentas en el frio y la oscuridad vive nuestra parte más sincera. La que sale a pasear cuando la Luna nos libera, antes de que el Sol nos traiga de vuelta.

Que lindo sería poder recordar…

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