(…SIN PRINCIPIO…)

«El capitán Fernando Beneito López calcula las probabilidades de salir airoso con pocas bajas. La victoria es imposible. Los motores de los hidros están desmontados. Se decide por izar una sábana blanca, a modo de bandera. Sus subordinados respiran aliviados. La masacre se ha evitado esta vez y cada cual toma el camino que su ideología le aconseja. Unos se van en barcazas mientras pueden, otro se une a las tropas alzadas contra la República. Aún siguen vivos.»

«Al piloto del hidroavión le da igual la guerra que hay fuera. El objetivo prioritario ni siquiera es sobrevivir: tan sólo quiere atravesar el estrecho paso entre el puente y el agua de la ría de Bilbao. Es una cuestión personal. De pericia casi deportiva. Se apellida Abellán, es capitán y le ha tocado un mal tiempo para vivir, piensa, mientras aprieta las mandíbulas y manipula los mandos del renqueante aparato. Un esfuerzo más y…agacha la cabeza con un reflejo corporal, como ayudándose, mientras el puente queda atrás, sin bombardear…»


Estos son mis ancestros conocidos.

Aparte.

Hay una torre flanqueando la muralla medieval de Morella llamada «de Beneito». O sea que por ahí pudo pasar mi primer apellido a lomos de algún esforzado soldado del Cid o vaya usted a saber…

Mi segundo apellido tiene también escudo nobiliario (como todo «chichibirichi» en este país de hidalgos pícaros muertos de hambre) que incluye un avellano en la parte superior y unas bandas diagonales en la inferior con colores heráldicos: plata, sínople y gules.

Pues muy bien.

Algunos de mis mayores cayeron, unos en Cuba y otros en Filipinas y, posteriormente, la vida fue haciendo mella en el resto hasta convertirme en un huérfano de militar. Con derechos y media pensión.


¿Qué, diantre, es eso de la familia?

Esta era mi madre. El otro soy yo con el osito de peluche «Prudente Peloso», sin ninguna filiación política.

Aquí, con unos cuantos alumnos («pínfanos» en el argot de entonces) del Colegio de Huérfanos de Oficiales del Ejército. Abajo, a la izquierda, un servidor. Detrás mío, Rafael Villalobos a quien, más tarde, siendo comandante de Estado Mayor, la banda ETA le puso una bomba que le causó gravísimas heridas. Aún vive. Yo me enteré por casualidad a través de la Televisión. Este medio de comunicación («El Gran Hermano») ha sobrevivido al «1980» y en pleno 2016 medra, rozagante, entre las últimas Nuevas Tecnologías.

Ya se sabe que el Hombre es gregario. Héme entre atletas de la «Cuadra de Julio Bravo», famoso entrenador de la R.F.E.A. Algunos de ellos olímpicos, en los años -80. Fundamentalmente, buenas personas. Amigos, integrados en la gran familia atlética española.

Dispuestos y solidarios tanto en concentraciones como en los duros entrenamientos y en las exigentes competiciones… hasta hoy.

Estos son mis tres primeros hijos: Javier, Virgilio y Beatriz.

Del primer matrimonio.

En aquél entonces un médico me ofreció hacerme la vasectomía pues, decía, yo ya había cumplido con «Natura». Si le hubiera hecho caso habría perdido mi actual estado de beatífica lucha por mis nuevos vástagos…

Es por ello que he llegado a considerar que no sólo puede haber una familia natural. El tiempo me ha dado muchas y variadas…

Por ejemplo, la familia de la profesión docente. Aquí me tocó inaugurar mi Centro al que le puse «Enrique Tierno Galván», en contra de los tiralevitas que deseaban dedicárselo al entonces Príncipe de Asturias (ahora Rey Felipe VI). ¡Vaya ojo que tuve..!

Flanqueándome, Bartolomé, alcalde de Móstoles (que, en un rasgo característico, firmó por su cuenta, al fin, la paz con los franceses) y el vecino de Madrid y también alcalde, Juan Barranco.

De todo aquél tingladillo no queda nada.

Pero sí del C.E.C.E. «REYES CATÓLICOS» de Bogotá, en el que tuve el honor de permanecer seis años dando clase de Historia y haciendo «el indio» («Eldorado», en este caso) en los carnavales con las honorables madres de la Asociación de Ellas y de Padres…

¡A volar!

Con mis jóvenes hijos, del siglo nuevo. 2000, 2003, 2006…así que echad la cuenta de sus años.

La familia ya no es sólo punto de partida genético o afiliación deportiva, cultural, profesional o política, sino también es regeneración, eterno retorno, catarsis carnal… ¿No es cierto? En otro caso, demostrádmelo.

Dedico a Ángela, Celia y Juan un capítulo muy importante que no escribiré yo. Han de ser ellos los que, entre pompas de jabón y circunstancias insospechadas, delineen el futuro del pedacito de Vida que Alguien depositó en mis entretelas…

Y aquí está el dilema.

¿Somos o no somos?

¿Estamos arriba o abajo?

¿De qué caverna platónica queremos salir para caer en la otra, en la del vecino de enfrente?

«Lo importante no se ve con los ojos…», etc., etc.

Pues sí, lo importante está a nuestro lado y huele. Tiene calor o frío, miedo, alegría, enfermedad. ¡Y, vaya por Dios, que es real! Es la última frontera. Es mi lucidez más patente. Es mi familia de hoy y mi deseo de que vivan, vivan, vivan…, se acuerden o no de mí, de su abolengo, de sus raíces…

Lo que me justificará alguna vez y hará que se perdonen mis pecados será una barahúnda de seres que existirán gracias a que yo fuí un eslabón imperfecto pero lleno de energía, de fe en los que han de venir de sus padres, sean estos no importa quienes…

DE «EL SILENCIO ES AGUA»

El silencio es la nube

que no es

lluvia,

que no nieva,

la que ves

cuando esperas

a que amanezca

y pasa,

pasa,

pasa

jugando con la luna

de cualquier manera

hasta el amanecer.

El silencio debiera ser

la voz que forme

el aire

cuando cante

al pasar por el bosque

de tu pelo

sin nombrarme…

El silencio será

la estela de mis huesos

calcinados,

la huella de mi cuerpo

en la arena errante

de tu ser…

Eso es:

en el tiempo

un murmullo,

en el espacio

(¿ves?)

la sonrisa del niño

nacido de tu piel.

(…NI FINAL…)

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