Prodigioso momento irrepetible
Levanté la mirada y, de repente,
me sorprendió el regalo inesperado
del salto de una niña reflejado
sobre la playa bajo el sol poniente.
¡Qué magia la belleza sonriente
de aquel fugaz instante capturado
por el ojo avizor que, emocionado,
mi cámara captó modestamente!
¿No es en sí mismo un hecho sorprendente
que entre millones de células, ella
venciese la carrera por la vida?
También vino a caer, precisamente,
entre tantas galaxias como arena,
en el planeta tierra la semilla.
(Imagen de mi propiedad)
Agosto. Subida a la Isla de Santa Clara
Doraba el sol los pinos de la cuesta.
El suelo era de fuego. El viento hería
con su beso la piel. La tarde huía
vencida, ardiente, rota, por la siesta.
Insectos mil en desgarrada orquesta
que aquel silencio arrullador rompía,
inundaban el aire. Se moría
en un rojo latir el día de fiesta.
Subí a la cima. Ya mis pies cansados
no sentían mi peso sobre el suelo.
¡Qué dulce plenitud, qué triste calma,
qué soledad! Mis ojos extasiados
se llenaron de luz. El mar y el cielo
encontrábanse dentro de mi alma.
Nostalgia del mar
Mar de otoño,
que te llevas de la playa
la alegría.
¿Quién te ha dado ese ropaje
color viento?
¿Qué mujer enamorada
llora desde el infinito
sobre tu ancha geografía?
¿Quién añora tu paisaje
y lo empapa de tristeza
con su lenta lluvia fría?
Espejismo
¿No será acaso el mar una isla líquida
de lágrimas vertidas
por los amores muertos?
Me sentaré en la orilla a esperar tu regreso.
Secaré con la espuma
blanca, como un pañuelo,
mi llanto por tu ausencia.
No le confiaré a nadie
mis ansias y mi anhelo.
Yo seré esa sirena
que, en piedra convertida,
aguarda a que las olas te devuelvan
a la playa, un día de estos.
Andar y andar
¿Dónde está mi camino?
Caminos de la tarde,
por la arena mojada de la playa.
El mar borra las huellas
de mis lentas pisadas.
¿Dónde estará mi casa?
Blancas casas bañadas
de claro sol y de calor de hoguera.
Hermosas rejas guardan vuestras flores.
¡Blancas casas cerradas!
-¿Dónde vive mi amigo?,
le pregunto a mi alma.
Y sólo me responde con los ecos
de una risa lejana.
Catálogo
Hay dos seres humanos en la acera,
discutiendo en gerundio sobre espacios y tiempos.
Los escuchas y sigues impasible.
Obligaciones crueles
te abruman con su parafernalia:
reloj, limpieza, pan, trabajo,compra,
ladrones de felicidad. El tiempo pasa.
Los viejos y los niños cómo incordian.
Siempre te exigen más,
siempre te exprimen.
Siempre esperan que acudas
a su reclamo, a su llamada urgente.
Y tú ahí mientras tanto,
aburrido, desesperado, aguardas
en tu eterno presente,
que nunca se transforma
en realidad.
Aguardas al futuro
que te regalará la maravilla,
que te traerá por fin felicidad.
Pobre de ti, infeliz, ridículo,
deseando un imposible.
Infeliz por soñar, por anhelar
el merecido descanso.
Porque aquí no se viene
a descansar.
Aquí se viene
a renunciar, a dar, a padecer,
a asumir tu miseria, a comprender
que la felicidad no existe,
más que en los cuentos infantiles, como
en ese mar que ahora se te muestra
en el catálogo del escaparate
de esa agencia de viajes
de la parada de autobús.
¡El bello mar turquesa!, tan lejano…
que miras, embobado, en un absurdo intento
por trasladar el cielo al duro asfalto
de tu afán cotidiano.
M. J. Triguero
Imágenes de Internet, excepto la primera que es de mi autoría.
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