HILO Y AGUJA
El sastre pasó
La última remendada
Al rojo sangriento de la bandera,
Pensando cuál será el día
En que culmine
Esta absurda guerra.
HORA DE MORIR
Ha llegado la muerte
Reluciente con su oz,
Ha de cortar los trigos.
Ha llegado la muerte
Con sus pies un poco fríos,
Ha congelado el agua
De mi posos tibios.
Ha llegado la muerte,
Y con su voz tenue
Paraliza el canto del búho.
Ha llegado la muerte
Y decido ir con ella;
Planeo en mí sueño,
La hora de morir.
TERRUÑO DE TIERRA
El quejido de tu vientre
Proclamado en los maderos,
Memoria de marimbas.
Bosques encantados,
Historias de obreros,
Indígenas desterrados
De tu suelo enamorado.
Palabras de promesa
Que ni el viento lleva,
Huele a tristeza
Parte del planeta.
Dejamos nuestras Jerga,
Nuestras exquisitas lenguas,
Cortamos nuestras raíces.
El sonido de las quenas,
Claro de la luna,
La poesía de las entrañas,
Las letras del pueblo.
Tal vez no entenderás el murmullo
Desnudo entre el folclor,
Pero cuando llega la noche
Y, junto a ella su arte,
Silencio en los hombres,
Silencio en su voz.
PEDAZOS DE SUEÑO
Solo en los sueños
Veo la muerte,
Tal y como es.
Una muerte
Que a machete mata,
Sangrienta y desventurada,
Que detiene los segundos
Cuando la guerra,
Posee el control.
Aquella no escoge la edad,
Ni el sujeto con más o menos capital,
No rechaza a los que llamaron de color,
Ni mucho menos a los que se proclamaron blancos.
Tampoco exige una religión
Ni un país donde caer.
Lo que pide solo es estar vivo,
Sin desmeritar la tristeza
O la tan distinguida felicidad.
NOCTURNO ETERNO
El catre chirrea,
Mientras mi mente
Ordena a su cuerpo;
Que acomode el brazo
Para que abrigue la cara,
Durante la noche extraña.
Creo escuchar las campanas,
La tintina y un silbón;
Es casi un plan,
Morir mientras se duerme.
CENIZAS
Cómo te ven los muertos
Con sus ojos secos,
Frente el calor inquieto
De tus inservibles miedos.
Cómo tú ves la muerte
Prematura, fría y necia,
Ante el temor sensible
Del dolor humano.
Algunos de aquellos,
Que a hierro muren
Porque con el hierro mataron,
U otros pocos,
Que con su sangre en suelo
De inocencia riega
Las calles que desfilaron.
¿Justo es infundir creencias
Que arrebaten cielos
De pastos tiernos y
Momentos nuevos?
¿Será que existe
Tan caprichoso humano
Que da muerte
A su semejante hermano?
Ten piedad
De nuestros actos,
Cuando discrimino
Al anciano, del que no te acordaste,
Cuando busqué la herencia
Que por poco arrebato,
De sus entrañables manos.
Yo también,
He creído ver
Lo que algunos profesan;
Cuando agonizan,
Cuando no mienten
Que se van para siempre,
Al lugar, que el predicador mandó.
NONA
Dormida estaba ella.
Mi madre con sus manos
Ponía agua en el algodón blanco,
Para humedecer los marchitos labios,
De quien ahí, yacía esperando la muerte.
Le acompañé cuando niño
A caminar en la ciudad;
Bajé con ella por pan,
Leche y tostadas para caldo.
Durante la mañana,
La vi caminar sin miedo
Intimidando al mismo sol,
Cubriendo su cuerpo brillante
Detrás de la espesa cortina nebular.
Ella con nombre de Rosa,
Regaba su alma
En busca de eternidad.
EFECTO PLACEBO
Ella toma la miel con sus dedos,
Endulza lo amargo de su alma,
Comprime sus pies mientras se saborea:
Un instante de placer.
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