Anónimo

Una vez supe de ti.

De un nombre que no me decía nada.

Consonantes anónimas, ni tildadas

las vocales descosidas y sueltas

en mis arcadas de pecho.

Una vez supe de ti, repito

Mientras conspirabas con la tarde

para forzarme.

Bajo tus muslos húmedos y fríos

se desnudó el olvido de mis ojos

yo los cerré de prisa, se suicidan

…en esta oscuridad no pasa nada.

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Llueve

¿Cuántas veces llueve sobre la infancia?

Yo recuerdo la rama quebrada

La gota cayendo

Y el auxilio ahogado

de la luna.

¿Cuántas veces llueve sobre la infancia?

Y se van resquebrajando los sauces

Las raíces de los niños quedan al aire

Y sus sonrisas de hojas sobre el asfalto.

Ignoro cuántas veces llovió sobre mi infancia

también a mi me gotearon madrugadas.

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Urbes Infinitas

La procesión va por dentro, digo.

Árbol de copas caídas, sin verdor,

aquel hombre sin abriles, sin cabellos

arqueado al conjuro de los años, seco.

Vigías de las ciudades y sus humaredas.

Savia derramada del fruto ausente

en la corteza del recuerdo, adentro.

Y sus raíces se enredan en corpúsculos de asfalto.

Viajan en las hojas

al febril vaivén del pensamiento.

Inciden en las vertientes,

cruces en que transmigran las urbes

opacas y sin tiempo.

Nosotros adentramos

por sus pupilas de argamasa,

por sus venas de sombras y luces amarillas.

Las luces ilustradas de las calles.

Los faros nos aglutinan sobre sus rieles

como estación del metro,

suma de nuestros pasos, pienso:

Los que suben, los que bajan

y los que vamos quedando

en la cuenta inmaculada del calvario.

Desde este pináculo de maquetas

las urbes y sus mamposterías,

tienen el diseño intacto y negligente

de un arquitecto de facto.

Las mismas soledades se repiten.

Idénticas sus casas aniñadas

con rictus de pobrezas en las manos.

Sus causes con más calles,con más autos, nos llevan

a ningún lado.

Mi ciudad, suma de vidas,

con sus luces

con sus huellas

nuestros pasos.

Un transeúnte más por las sendas intestinas del ocaso.

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Nichos de explotación

No solo buscan caudales.

No solo les exprimen las vísceras

para sacar oro de sus entrañas.

También les encajan, pienso

un estilete en el ombligo -al nacer-

una estampilla de azogue

con cuyo filo

les hipotecan el alma

pero

Nadie ve nada

Nadie escucha nada

la muerte es una sombra millonaria.

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