La lapicera se estiró hacia la derecha. El escritor llegó hasta el final del renglón. Casi en el borde detuvo la mano. Sólo reparo en eso.
Dos de los compañeros imitaron el gesto. Uno de ellos alcanzó el recuadro derecho de la hoja. Levantó la mano un centímetro antes del final. Miró para los costados. Siguió.
El último firmó con la izquierda, a pie de página. La mano derecha saltó el recuadro, Se le fue la mano.
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