—“Ella lo miró con ojos intensos y ansiosos”—leyó la aprendiza.
—Demasiados adjetivos —observó el maestro.
—“Lo miró intensamente.”
—Evita los adverbios terminados en “mente”.
—“Ella lo miró” —dijo ella. Y lo miró.
—Falta pasión —sentenció el maestro—. Verdad en los diálogos, aromas del cuerpo, locura impredecible.
La aprendiza, en un rápido gesto de inspiración, se arrancó la blusa.
—Hermosas tetas —confesó el Maestro, y en el aire explotaron las palabras infinitas del amor.
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