Perdido en la inconsciencia de mis pensamientos, me hundía solo y en un lugar inesperado. Pero, de la misma forma que el dolor nos sabe vivos, las sorpresas de un nuevo mundo dan paso a un camino a lo largo de los tiempos. Así como no estamos solos, la tinta que hemos de volcar quedará desparramada en las memorias de nuevos oradores. Leídos o escuchados, ignorados o visitados, seremos, en alguna parte, la impregnada sustancia que, excediendo nuestro solitario ser, deje en el ocaso los pesares.

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