Las letras siempre han estado ahí en mí, salen, borbotean, me asfixian o liberan, nunca las tomé en serio, solo flirteaba con ellas, a veces, atisbaba recelosa esos lugares en donde se fraguan las palabras y los versos. El fue mi taller de escritura, la experiencia fuerte de mirar las letras, ordenarlas y darles sentido, lamentablemente, también fue la musa de todos mis escritos, la debacle de mis sentimientos.

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