—Las sesiones de hipnosis para curar el trauma de tu accidente, no están resultando eficientes. Durante el ejercicio no consigues recordar, y cuando vuelves, todavía pareces más desorientada que antes de empezar.

—Si pudiera ver las imagenes del avión.

—¿Avión? —repitió él.

—¿Por qué no?

—No fue un accidente de avión, sino de coche, Megan. No llevabas el cinturón y tu cuerpo atravesó el parabrisas. ¿Dónde has ido esta vez?

—Parecía un taller de escritura —respondí confusa—. Él me llamó Isobel.

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