La cebolla parecía su vida entera, llena de capas. Por cada capa que pelaba, también desnudaba las viejas heridas de su pasado: el engaño de su novio, la quiebra de su empresa y hasta la más pequeña de las capas, la muerte de su madre. Mientras las cortaba intentaba sentir que también despedazaba esos recuerdos en trocitos para luego tirarlos lejos de ella. Pero dolía; por eso, utilizaba la vieja excusa de la cebolla para llorar abiertamente frente a sus alumnos.

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