Te parí desde las entrañas de un pasado inmemorial, y sentí cómo se agitaba el pulso del silencio, por medio de ese manojo de palabras capaces de reproducir los sonidos de mi alma.

Tallaste mi espíritu, hiciste poesía con mi esencia de mujer enamorada, volviste sagrados mis instantes, haciéndolos eternos, y en un acto sublime, la brújula del mágico destino, cambió la dirección convirtiéndome casi en obstinada.

Sigue exorcizando mis sentidos, dando honra a la más opulenta cofradía…

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