Hoy la lluvia golpea el asfalto.
El ligero tintineo de las gotas en el cristal, acompaña al humo del cigarrillo en su ascenso hacia el techo de mi apartamento. Me siento cansado. Reposo sobre el frío cuero del sofá que hay en el salón.
Solamente el ruido de mis pensamientos turbia la calma. Cientos de ideas se arremolinan en el interior de mis entrañas. Hoy, suenan distinto.
El sonido del timbre retumba atropelladamente entre las cuatro paredes.
Llega tarde, como es habitual.

  • – Qué curioso está todo cerrado, parece que sea domingo.
  • – Es que hoy es domingo.
  • – No, yo no he dicho que lo sea, solamente lo parece.
  • – Oriol, hoy es domingo.
  • – Que manía tienes con poner etiquetas.

Es una batalla perdida. Tras un apretón de manos y un abrazo, se deja caer en el sillón. Las cervezas nos esperaban en la nevera, frías como de costumbre. Sin embargo, el sonido del gas es diferente. El repicar de las coronas en las viejas baldosas no me resulta familiar.
La primera nos la bebemos de un trago. Teníamos sed.
Nos sumergimos en una conversación entre espuma y cigarrillos. El cenicero, antes desnudo, rebosa cadáveres de frases perdidas.

  • – Tengo algo.
  • – Mierda, ¿a qué esperas?
  • – ¡Enséñamelo!

Voy hasta el despacho, tropiezo con una caja de zapatos y busco entre el desorden mi carpeta. Saco de ella la última lámina y vuelvo al comedor.

– Es lo último que he dibujado, iba cieguísimo.

Sus ojos serpentean ajetreados cada rincón del folio.

  • – Es una pasada, me encanta. Pero esto ya no vale. No es arte.
  • – ¿Cómo que no es arte? Me he dejado llevar por el papel y junto a unos pinc…
  • – Ese sentimentalismo ya no se lleva, tío el arte no va de eso.

De un trago me termino la cuarta cerveza. La espuma del final me produce un desagradable escalofrío. Me enciendo otro cigarrillo y continuo, he entrado en el juego.

  • – El arte, consiste en vomitar la pasión que uno lleva escondido de forma bonita.
  • – Mentira tío, el arte es lo que ellos quieren que sea arte. Tú puedes escribir las líneas más bonitas de la historia en un papel, pero hasta que un hijo de puta con corbata no diga que eso vale, solamente servirá para limpiarse el culo.

Bebe un sorbo de cerveza y prosigue.

  • – Juegas al baloncesto, ¿verdad?
  • – Ya estamos con lo del baloncesto.
  • – Contesta, ¿sí o no?
  • – Si, juego al maldito baloncesto.
  • – Pues hasta que no fiches por algún equipo que te pague dinero por hacerlo, no serás un jugador de baloncesto. Sólo serás un gordo intentando no morir de colesterol, tirando pelotas a una canasta y corriendo de arriba abajo por la pista.
  • – Suficiente por hoy. Voy a ir a mear.

La cerveza ha empezado a subirme. Se me escurre una ligera sonrisa en la cara. Voy a vaciar lo que mi vejiga lleva tiempo pidiendo, y eso me encanta. El momento en el que uno se siente vacío y libre.

  • – Va, concéntrate.
  • – Siempre me pasa lo mismo, termino mirando el punto gris. La clave es no pensar en el tema.
  • – Sí, lo sé. Por eso estoy aquí.
  • – Sólo te oigo cuando voy a mear.
  • – Si supieras hacerlo, yo no tendría que venir.

La voz desaparece cuando el chorro empieza a golpear el agua del retrete.

La quinta cerveza la trae tropezando Oriol. Las emociones, juegan encima de la mesa desde el penúltimo trago.

  • – Pues me da igual. Yo pinto y me desahogo. Así me olvido un poco de…. De ella.
  • – Si pintas por Marta, nunca vas a olvidarla.
  • – Te equivocas amigo, pinto para dejarla atrás, para que su recuerdo se quede en un papel, lejos de mi memoria.

Suspiro y me apoyo en el respaldo de mi viejo sofá. Me paro a mirar como se consume el filtro del último cigarrillo mal apagado en el cenicero. Él, interrumpe mi reflexión.

  • – El amor es algo fácil. Cuando deja de serlo ya no es amor, solamente restan los pedazos rotos. Juntos tejen un frágil espejo de recuerdos. Deja de ser fácil y difícil para volverse nada.
  • – En nada me encuentro. Nada aprendo y nada me digo por miedo a oír el llanto que me desvela, que me mantiene al filo cada madrugada; por miedo a soñarla, por miedo a besarla.
  • – Sueña y consigue tu libertad. Ella no va a volver. Tienes que ser más Quijote y menos David.
  • – Ese desgraciado era un pobre loco. ¡Ja ja ja, esta cerveza te está subiendo demasiado!
  • – Don Quijote de la Mancha es el más valiente de los héroes. Encarna el valor de aquellos que, frente la adversidad de un mundo hostil, defienden y persiguen sus valores, sus sueños… Para todos los que cada día arremeten con una delgada lanza el macizo cemento de cien molinos, enfrentándose a una sociedad corrupta que juzga sus mismos defectos.
  • – Mierda, Oriol. Hoy estas muy inspirado. ¡Salgamos! Pronto saldrá el sol. Hace meses que no veo levantarse el día.

Cogemos los cascos, la séptima cerveza y salimos.
No debería conducir así. Un ligero mareo recorre mis venas. Las vibraciones llegan hasta mi cabeza. Buceo en el frío de una mente intranquila. Persigo aquello que se escurre por el filo de mis dedos. El mundo se estremece en mi piel y se eriza en el contorno de mis brazos.

Sin saber cómo, llegamos al mirador.
La niebla baja, vestida de fría humedad, inaugura la jornada. Coge fuerza el sol; con ligeras caricias acompaña los minutos perdidos.

  • – Y aquí estamos tu y yo, en medio de la nada, donde las nubes se confunden con el cielo y las montañas besan la delgada línea del horizonte.
  • – No te pongas romántico tú ahora. Que no soy Marta. ¡Ja ja ja! Es broma amigo, esto sienta realmente bien. ¿Tienes fuego?

El humo se mezcla con el amanecer. Sonrío entre sorbos y caladas.

  • – ¿Serás Oriol mi Sancho Panza?
  • – ¡Ja ja ja! ¡O tu Dulcinea si lo prefieres!

Abatido descanso. Abrumado por el miedo a lo desconocido y el temor a lo conocido. Hago de la húmeda arena un colchón que arropa mi mente y me cuida del presente mientras mis ojos, implacablemente inquietos, observan el cielo y los desconocidos límites del futuro inminente.

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