Cuentan los viejos del lugar que, en lo más profundo del bosque, vivía una muchacha solitaria a quien todos llamaban ojos de otoño, pues sus pupilas, pardas y melancólicas, guardaban el mismo brillo apagado de las hojas al morir. Nadie sabía de dónde vino ni cómo llegó, solo que jamás abandonaba aquel paraje y que parecía esperar, con una paciencia infinita, un amor que nunca llegaba.
«Las hojas doradas caían lentas», anunciando el fin de un ciclo, cuando un joven de semblante noble se adentró en la espesura de aquel bosque.
Sus pasos lo condujeron hasta ella, y al verla creyó haber hallado la razón de su vida… mas ignoraba el secreto de una maldición que arrastraba…tiempo atrás, la muchacha había implorado al bosque que le concediera el amor verdadero. Este la escuchó… pero también le impuso un precio cruel….Cada otoño, su piel debía desnudarse como los árboles, dejando escapar su esencia hasta que su cuerpo se petrificara en tronco, sus cabellos se tornaran ramas y su voz quedara atrapada en un crujido de madera.
Así permanecía muda y prisionera durante el invierno, hasta que la primavera la rescataba devolviéndole su forma humana.
El joven, embrujado por su dulzura, la amó aun conociendo la condena…es más juró esperar cada renacer y besarla cuando la vida volviera a brotar en ella.
Y así fue: juntos reían en primavera y bailaban bajo la luna en verano pero cada vez que el viento otoñal agitaba el bosque, ella lloraba, pues sabía que la separación se acercaba.
Se dice que el muchacho jamás abandonó aquel lugar sagrado. Cuando ella se transformaba en árbol, él permanecía a su lado, hablándole como si pudiera escucharle, cuidando sus raíces, abrazando el tronco frío que un día fue su amada.
El pueblo asegura que aún hoy, quien se adentra en el bosque al caer las hojas doradas, pueden verle arrodillado frente a un árbol de ojos pardos, besando su corteza con una devoción infinita,
y que en primavera, dos sombras caminan tomadas de la mano, riendo como si el tiempo no existiera.
Porque hay amores que, aunque malditos, se aferran a la eternidad… aun cuando florecen y mueren con el ciclo de las estaciones.
By seeyou
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