Capítulo 8: El peso de los 50 millones
La mañana en la mansión del Dragón Número 1 comenzaba con un aire diferente. El sol se filtraba por las enormes ventanas, iluminando cada rincón de aquel hogar que hasta hace unos días parecía un sueño inalcanzable. Kaito se levantó temprano, más por costumbre que por necesidad. Caminó hacia el balcón de su habitación, contemplando los jardines interminables y la fuente central que ahora pertenecían a su familia.
De pronto, la notificación del sistema apareció frente a sus ojos:
[Nueva misión principal: Gastar 50,000,000 de yenes]
Recompensa: Habilidad SSS – Dominio Empresarial
El corazón de Kaito se aceleró. Sabía que el sistema no le daba misiones sin sentido. Esa cifra no era pequeña, ni siquiera para alguien con dinero infinito. El gasto debía hacerse de manera estratégica, algo que no solo beneficiara a su familia, sino que abriera caminos hacia algo más grande.
—Cincuenta millones… —murmuró, cerrando los ojos.
Bajó al comedor, donde sus padres y Haruka ya desayunaban. La mesa estaba repleta de platillos que jamás habrían imaginado en su antigua casa: arroz aromático, pescado fresco, pan recién horneado, jugos naturales.
—Hermano, ¿por qué tienes esa cara tan seria? —preguntó Haruka, mordiendo un panecillo dulce.
—Nada, solo estaba pensando en… el futuro —respondió Kaito con una sonrisa ligera.
Su padre lo observó con atención, como si quisiera descifrarlo, mientras su madre simplemente sonrió con ternura.
Después del desayuno, Kaito se dirigió a su estudio. Encendió la computadora más avanzada que había comprado, y el sistema desplegó varias sugerencias:
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Invertir en bienes raíces de lujo.
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Construir un negocio propio.
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Donaciones masivas para reconocimiento social.
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Compra de tecnología de última generación.
—El sistema quiere que piense como alguien que no solo gasta, sino que invierte en el futuro —reflexionó en voz baja.
Recordó las palabras de Madame Yukari la última vez que conversaron: “El dinero es un arma, Kaito. Pero solo en manos de quienes saben cómo usarlo.”
Con un suspiro, se levantó y llamó a su padre.
—Papá, ¿puedes acompañarme hoy? Necesito tu ayuda para tomar algunas decisiones.
Su padre, sorprendido, asintió de inmediato.
Ambos llegaron a un concesionario de autos de lujo. Desde el exterior, los cristales mostraban relucientes vehículos que parecían naves futuristas. Varias personas al ver a Kaito y su padre murmuraban con desprecio, tal como había ocurrido antes.
—¿Qué hacen estos aquí? —dijo un hombre de traje, riéndose con su grupo.
—No tienen pinta de compradores, seguro vinieron a mirar nada más.
Kaito los ignoró, como siempre. Caminó directo hacia el modelo más caro del lugar: un Bugatti Chiron Edición Dragón, cuyo precio superaba los 300 millones de yenes, pero que tenía una versión exclusiva de presentación por 20 millones gracias a un contrato especial.
—Lo quiero para mi padre —dijo Kaito con calma.
El vendedor, incrédulo, lo miró varias veces.
—Señor… este automóvil no es para cualquiera… requiere un pago inicial y documentos de—
Kaito sacó la tarjeta de crédito que le dio el sistema y la dejó sobre la mesa.
—Cárguelo completo. Y además, uno para mí.
El silencio fue inmediato. Incluso los que se habían burlado antes se quedaron petrificados. El vendedor tembló mientras procesaba la transacción y, en cuestión de minutos, los dos autos más exclusivos del concesionario tenían nuevo dueño.
Su padre, con lágrimas en los ojos, tocó el volante del auto.
—Hijo… yo… no sé cómo agradecerte. Jamás imaginé algo así…
Kaito sonrió.
—No necesitas agradecerme, papá. Solo quiero que vivas lo que mereces.
El sistema marcó la notificación:
[Has gastado 40,000,000 de yenes. Restante: 10,000,000.]
Kaito supo que aún debía completar la misión. No bastaba con los autos; necesitaba algo más, algo que impactara directamente en la vida de su familia y también en su futuro.
Al regresar a la mansión, reunió a todos en la sala principal.
—Tengo una idea. No quiero que esta mansión sea solo un hogar… quiero que se convierta en un símbolo. Un lugar que represente seguridad, prosperidad y sueños cumplidos.
—¿Qué estás pensando, hijo? —preguntó su madre.
—Quiero construir un centro comunitario aquí cerca. Un lugar para que los niños del barrio pobre donde vivíamos puedan estudiar, aprender y crecer sin sufrir lo que nosotros pasamos.
Su hermana Haruka abrió los ojos con sorpresa, y luego corrió a abrazarlo.
—Eres increíble, Kaito. Eso cambiará vidas.
Con la ayuda de empresas de construcción de renombre, invirtió los 10 millones restantes en un proyecto arquitectónico moderno, con bibliotecas digitales, canchas deportivas, comedores y dormitorios para quienes no tuvieran hogar.
Cuando firmó el contrato de construcción, el sistema emitió la notificación:
[Has completado la misión: Gastar 50,000,000 de yenes.]
[Recompensa obtenida: Habilidad SSS – Dominio Empresarial.]
Sintió una oleada de energía recorrerlo. En su mente, cálculos financieros, proyecciones de inversión, y estrategias de negocio comenzaron a fluir con una claridad casi sobrehumana. Ahora entendía cómo convertir cualquier inversión en un éxito asegurado, cómo leer los movimientos del mercado, cómo anticipar los riesgos antes de que ocurrieran.
Kaito cerró los ojos y sonrió.
—Con esto… puedo asegurar que mi familia nunca volverá a sufrir.
Mientras tanto, en las oficinas de bienes raíces, Madame Yukari observaba los reportes de la transacción millonaria de Kaito. Una sonrisa misteriosa se dibujó en sus labios.
—Ese chico… está superando mis expectativas. Muy pronto tendré que probarlo de verdad.
El destino de Kaito apenas comenzaba a tomar forma, y el eco de los 50 millones gastados no solo le dio poder, sino también un camino hacia algo mucho más grande.
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