MI VIDA SIENDO SÍSIFO

MI VIDA SIENDO SÍSIFO

Mar Mioni

05/06/2025

Albert Camus consideró a Sísifo como la representación de “El absurdo de la vida humana”. En su percepción imaginó que Sísifo podría haberse sentido feliz con el simple hecho de escalar diariamente cuesta arriba empujando una enorme roca que al final dejaba caer cuesta abajo, repitiendo el mismo ritual al día siguiente. Desde una perspectiva optimista, esta acción repetitiva en sí ya podría llenar el corazón de Sísifo. A mí el solo hecho de imaginar la escena ya me llena de ansiedad, y esa ansiedad se magnifica cuando volteo a ver mis días y me percato que no son muy diferentes a los de Sísifo. Carajo.

Según Camus, el suicidio no es una opción viable, ya que atentaría contra la dignidad humana, sería una rendición absurda ante el absurdo. Él propone que se puede ser virtuoso por capricho, lo cual invita, según entiendo, a elegir el tipo de juego que se quiere jugar en este plano tomando a los valores humanos como estandarte.

Pero, la vida con todo y sus valores ¿vale la para para ser vivida? Muchos días me despierto como Sísifo, un ser humano condenado a la repetición, una repetición de la cual no puedo escapar tan fácilmente porque algunas rutinas se generan alrededor del cuidado del cuerpo que habito, que es un acompañante exigente, me pide demasiado para mantener su homeostasis con la promesa de brindarme independencia y funcionalidad.

Vivimos entonces atados al cuerpo y a la rutina que nos demanda para mantenerlo vivo.

Lo anterior nos obliga a elaborar otra serie de rituales cotidianos para obtener las herramientas que mantendrán vivo al cuerpo, para lo cual el sistema ha inventado el trueque, el intercambio monetario, o, si vives en el monte o la selva, la cacería, pero siempre habrá esfuerzo de por medio. Nadie se escapa de obtener el pan con esfuerzo físico. Esto genera una nueva cadena de acciones repetitivas que no puedes soltar, porque al hacerlo, perderás el beneficio de mantenerte vivo.

Pero, ¿cuál es el objetivo de mantenernos con vida? y no te estoy invitando al suicidio, eso ya será decisión de cada uno; personalmente creo que el pensamiento suicida es otra trampa mental, idealizar la muerte, verla como una romántica o desesperada ruta de escape, pero nadie ha regresado formalmente de la muerte (aunque muchos digan lo contrario), así que tengo mis reservas sobre lo que hay “más allá”, entonces por si acaso, prefiero permanecer en el “más acá”, no vaya a ser que allá esté peor que aquí, y entonces sí lo jodimos todo al haber presionado el gatillo en la sien. No sé si uno se arrepienta de haberse muerto.

Volviendo al punto, parece haber un intrínseco deseo de supervivencia, un aferramiento a este plano, tu cuerpo lucha una y otra vez para mantenerte vivo, aunque la mente muchas veces se niegue a ello, ¿cuántos de nosotros no nos hemos decepcionado al darnos cuenta de que, al despertar por la mañana, seguimos respirando? la pregunta sigue siendo: ¿Para qué?

No tengo respuestas, pero tengo algunas hipótesis: el “sentido” en realidad es una palabra más, somos víctimas de nuestro propio léxico, ¿qué es y para qué queremos encontrar sentido? Será porque ya la palabra en sí nos da una sensación de ruta, un faro en el camino. Quizá la Vida solo quiere que la viva, que respire, que sienta el sol y el suave pelo de mis perritas, quizá no hay propósito, solo experiencia.

Cada día me parece el mismo de ayer, cada día creo que empujo la misma piedra por el mismo cerro, pero no es así, si pongo suficiente atención puedo notar que cada día soy otra, y esa piedra que empujo no es la misma, ni el cerro tampoco.

Existo, esto es una experiencia y con esto debería bastarme.

Termino de escribir estas líneas y no siento necesariamente más paz, aún siento el deseo de arrojarme por el balcón, igual que ayer y antier. Sin embargo, la cobardía, la curiosidad y la posibilidad de compartir mis reflexiones contigo, es lo que me mantienen con

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