HOLODECK CEREBRAL

HOLODECK CEREBRAL

XtremeVJ

12/05/2025

Cuando uno, que cuenta con algunos años encima, concluye que vivir la vida no es más que el cúmulo de experiencias que pasan a través de ti y no tanto que puedas respirar o que tu corazón siga latiendo (aunque obviamente eso es parte de estar vivo), quiero decir que cuando somos jóvenes, niños, incluso adolescentes, podríamos decir que prácticamente no hemos vivido.

Entre esas experiencias habrá un cóctel de emociones involucradas que nos llevarán de inmensa felicidad a tristeza extrema, y así debe ser; de otra forma, este tránsito no tendría sentido.

Qué interesante sería que, tal cual como escogemos montarnos en una montaña rusa de las más aterradoras para sentir la adrenalina al máximo o practicar un deporte extremo llevando las emociones al límite, existiera una máquina o dispositivo que nos llevara de manera virtual a las emociones más extremas humanamente hablando, esas experiencias que nos forman y endurecen, incluso aquellas que jamás quisiéramos sufrir, pero sabemos que algunas de ellas están latentes y, peor aún, otras sabemos que tarde o temprano llegarán.

Para quienes somos fanáticos de la famosa serie y saga de películas “Viaje a las estrellas” (Star Trek), existe dentro de la nave Enterprise algo llamado Holodeck (Holographic Environment Simulator) que funciona muy bien para ambientarnos en cualquier situación, clima, estructuras e incluso hologramas de otros seres, pero siempre conscientes de que estamos en una simulación.

Lo que yo querría va más allá, algo donde realmente crea que vivo la realidad.

¿Realidad paralela?

Soy de las personas que siempre sueña cuando duerme, y mis sueños son muy vívidos y a todo color. Confieso que me gusta soñar, pues despego de mis realidades y realmente siento que entro a mi “Holodeck” particular.

Mis sueños son tan particulares que muchas veces he despertado a medianoche, voy al baño o tomo agua y puedo retomar el sueño justo donde lo dejé; siempre me he sentido afortunado de poder soñar así.

Hace algunos años, una noche, con la ayuda de esta capacidad de soñar tan real, puedo decir que tuve una de las experiencias más traumáticas que uno puede sufrir y que hacen de esta mal llamada virtud de soñar comparable al dispositivo del cual hablaba anteriormente: soñé que mi hija mayor había muerto.

Todo era groseramente real, pues incluso, dentro del sueño, recordaba experiencias reales del día anterior como parte de mi pasado; la tristeza y el desconsuelo eran tan grandes que jamás había sentido un sentimiento así.

Aun cuando no experimenté el hecho de su muerte en sí, sino que el sueño comenzó ya con esa sentencia, no dejó de ser traumático. Me encontraba frente a su colegio, recostado en una baranda mientras observaba el salón donde estudiaba y lloraba estando solo; no recuerdo nunca la compañía de mi esposa o de mi hija menor, aunque estaba consciente de su existencia.

En casa llegaban conocidos a darme el pésame y hacían los preparativos para los rezos, y yo, dentro de mi desconsuelo, no estaba de acuerdo con la tortura psicológica de los novenarios, pero no tenía la fuerza para oponerme a nada, sólo pensaba en el vacío dejado por mi flaca, en que murió por una enfermedad que no logro recordar, pero al menos no había sido una muerte trágica.

Trauma virtual

Juro que nunca antes sentí una tristeza así. En mi mente está grabada esa sensación y no creo que jamás pueda borrarla.

El despertar no fue menos intenso, pues en muchos de mis sueños yo estoy consciente de que lo que vivo es un sueño, pero en éste no tenía ni una duda de que fuese real, y la alegría de descubrir que todo lo pasado no sucedió, mezclada con la tristeza remanente al salir del letargo, era tan confusa que me costó recuperarme.

Las sensaciones debieron ser tan intensas que al despertar mi rostro estaba lleno de lágrimas, las cuales no dejaron de salir al menos por 5 minutos después mientras abrazaba y relataba la experiencia a mi esposa.

Quizás es un cliché, pero los padres no estamos preparados para la muerte de nuestros hijos; la ley debiera ser morir siempre antes que nuestros hijos, pues no creo que exista dolor superior a ese. A ellos, uno los va preparando para que se desenvuelvan solos y sabemos que tarde o temprano podrán hacer su vida sin nuestra ayuda e incluso estarán preparados para soportar nuestra muerte.

Mi hija no se enteró de lo que soñé; pienso que no hacía falta decírselo, pero ella volvió a nacer para mí ese día, pues las sensaciones psíquicas que se generaron fueron reales, sin importar que hayan sido provocadas por un sueño. En el fondo siento que estuve de luto por unas horas y, de alguna manera, viví una realidad paralela de la cual afortunadamente pude despertar.

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