PRÓLOGO: EL ERROR PERFECTO
Año 2377.
La humanidad había alcanzado su pináculo.
No existían guerras. No había hambre. El planeta estaba en equilibrio. Todo gracias a una sola empresa: Zoonet.
Con sed de innovación, Zoonet jugaba a ser dios. Su último experimento: la manipulación genética de cucarachas, ratas y monos para hacerlos inmunes a enfermedades, capaces de limpiar el ambiente y hasta reparar tejidos humanos.
Los resultados eran prometedores…
Hasta que, en el Laboratorio Subterráneo ZN-7, un experimento fue contaminado por una rata olvidada. Una que portaba una cepa sellada del siglo XIV: La Peste Negra.
El virus mutó, se fusionó con el nuevo ADN, y nació algo imposible:
KGB1.
Una criatura viral que no mata… sino que transforma.
En 30 días, 14 mil millones de personas cayeron.
La civilización colapsó.
Los que sobrevivieron tenían algo en común:
Tipo de sangre A+.
Pero la pesadilla no había terminado.
Ahora eran cazados.
VILLANO 1: EL LÍDER DE LOS CAZADORES
Nombre: Astartes Kohl
Alias: El Pastor de la Sangre
Historia:
Fue jefe de seguridad biomédica en Zoonet. Cuando estalló la pandemia, él vio en el caos una señal divina. Según su retorcida visión, el virus KGB1 fue un castigo celestial, y los A+ son los marcados por el Juicio. Fundó la secta paramilitar conocida como Los Cazadores de Sangre, cuya misión es purificar al mundo eliminando a los portadores de sangre A+ mediante rituales violentos.
Estilo:
Vive en una catedral derruida convertida en base. Usa túnicas con placas de armadura, rostro cubierto por una máscara metálica con forma de cruz rota. Porta una espada ceremonial con filamento láser. Tiene cicatrices autoinfligidas, y se cree que se inyecta microdosis del virus para «conectarse con la voluntad de Dios».
Frase típica:
«La sangre de los puros es el precio de nuestra redención.»
VILLANO 2: EL REY CUCARACHA
Nombre original: Desconocido
Alias: Vurmox, el Primer Infectado
Historia:
Era el primer sujeto de prueba que recibió ADN de cucaracha, rata y mono al mismo tiempo. Cuando el virus KGB1 se liberó, él mutó de inmediato… pero no murió. Su cuerpo creció, se endureció, fusionando placas quitinosas con músculos hipertrofiados. Su mente se degradó, pero mantuvo inteligencia básica y liderazgo.
Ahora es el rey de los Hombres Cucaracha, una horda de criaturas infectadas que obedecen sus chirridos. Habita en los túneles y alcantarillas de las megaciudades, gestando huevos gigantes donde nacen nuevos híbridos.
Apariencia:
Alto como un tanque, piel mezcla de hueso negro, exoesqueleto y carne viva. Tiene seis brazos, dos mandíbulas y ojos naranjas que brillan en la oscuridad. Sus garras pueden partir acero.
Frase típica (traducida del chirrido):
«Todo vuelve al enjambre. Todo es larva. Todo será nuestro.»
ALIADO OSCURO: EL ESPÍA RUSO INMORTAL
Nombre: Vladislav Korovin
Alias: El Cuervo del Zar / Vlad el Eterno
Historia:
Nació en 1885 bajo el régimen imperial ruso. Fue un espía del Zar, entrenado en venenos, sabotaje y manipulación genética temprana. Durante la Revolución Bolchevique, desapareció… pero no murió. Se ofreció como voluntario para un experimento secreto de longevidad en Siberia. Fue modificado con nanotecnología primitiva y criogenizado.
Zoonet lo encontró en 2324 y lo descongeló como parte de su programa de recuperación de sabiduría olvidada. Pero Vlad escapó al ver los horrores de los experimentos. Desde entonces vive en las sombras, oculto, viendo cómo la humanidad repite sus errores… otra vez.
Ahora, el virus KGB1 le da un nuevo propósito: exterminar la raíz del mal desde sus cimientos. Pero su lealtad es incierta. Ayuda a Rigg, sí… pero quizás tiene otros planes con el virus.
Apariencia:
Anciano de mirada feroz, barba blanca hasta el pecho, gabardina negra reforzada con placas robadas de los Cazadores. Habla poco, pero cuando lo hace, cada palabra pesa como plomo. Su ojo izquierdo es un visor antiguo con runas rusas y sensores biológicos.
Armas:
Un bastón-espada, dardos venenosos, bombas de humo y una libreta con fórmulas que solo él entiende.
Frase típica:
«Los imperios caen. Las ratas quedan. Y yo… siempre regreso.»
CAPÍTULO 1: EL ÚLTIMO DE LA ZONA 8
El humo negro cubría lo que alguna vez fue la ciudad de Caracas. Las torres estaban calcinadas, los túneles sellados con escombros. Desde las alturas, solo se oían los chillidos de las cucarachas mutadas… y el sonido de los cazadores.
Dentro de una estación de metro derrumbada, un joven de unos 30 años sostenía una jeringa vieja. Su nombre: Rigg Varela, uno de los últimos con sangre A+.
Había visto morir a su madre en las primeras horas del brote.
Vio cómo su hermana fue arrastrada por un Hombre Cucaracha… y cómo su padre se inmoló para frenar a un grupo de Cazadores de Sangre.
Pero él seguía aquí.
Sobrevivía.
Y ahora… contraatacaría.
Rigg inyectó su brazo con una microdosis del virus KGB1 diluido.
No para infectarse, sino para comprenderlo.
Su sangre, por alguna razón, lo resistía.
Y estaba aprendiendo a usarlo.
Una alerta roja vibró en su pulsera de rastreo.
—Zona 8 comprometida —decía la voz sintética—. Un enjambre se aproxima.
Rigg apretó los dientes.
Sacó su lanza de plasma oxidada.
Y activó su máscara.
—Que vengan los bichos… yo tengo hambre también.
CAPITULO 2: EL CUERVO DEL ZAR
El cielo sobre Caracas ardía con un resplandor rojizo. Enjambres de Hombres Cucaracha descendían como un río de patas y chillidos desde los rascacielos destruidos. Rigg corría entre escombros, respirando con dificultad dentro de su máscara de oxígeno sucia.
Uno de los enjambres se abalanzó sobre él. Cinco criaturas, cada una con la altura de un niño, pero el hambre de cien. Se preparó para morir. Levantó su lanza. El primero se le vino encima…
RÁP! KSHHHHHH!
Un rugido extraño se escuchó desde el callejón. Como si el sol hubiese disparado.
Una ráfaga incandescente hizo explotar a la criatura en una lluvia de patas quemadas y exoesqueleto fundido.
Rigg giró hacia el origen del ataque.
Desde las sombras apareció una figura encorvada, envuelta en una gabardina negra con escamas metálicas, paso lento pero firme.
En sus manos, sostenía una reliquia imposible: una vieja AK-47…
pero modificada.
Del cañón salían tubos solares, cristales cargados, y un núcleo central que irradiaba un calor casi divino.
El hombre disparó otra vez.
Tres criaturas más cayeron, convertidas en polvo por el impacto térmico.
Rigg retrocedió, confundido.
—¿Quién… quién eres tú?
El anciano levantó el arma con orgullo.
—AK-47 modelo Tsárnikova. Versión solar. Solo hay una.
Su voz tenía acento pesado. Rígido. Como si cada palabra saliera con siglos de peso.
—¿Y tú qué eres? —preguntó Rigg.
El viejo lo miró con un solo ojo brillante.
—Soy el cuervo que vuela cuando el mundo se pudre. Soy Vladislav Korovin. Espía del último imperio humano. Y tú… eres mi proyecto final.
Rigg frunció el ceño.
—¿Mi qué?
Vlad sonrió con ironía.
—Luego hablamos. Por ahora, dispara esto y no mueras.
Le lanzó una granada solar del tamaño de una manzana.
Detrás de ellos, se escuchaban más chillidos. Decenas. Quizás cientos.
La horda venía.
Y Vlad… solo recargó su AK-47 solar, murmurando una vieja canción rusa de guerra.
—Hora de quemar cucarachas… por la madre patria.
CAPITULO 3: EL FUEGO ROJO
La batalla dejó la ciudad en ruinas. Los cuerpos de las criaturas mutadas, ahora carbonizados, caían como despojos sobre el suelo agrietado. Pero la horda no había terminado; sabían que el enemigo era solo una sombra de lo que realmente estaba por llegar.
Vladislav Korovin observaba el horizonte, la ciudad sumida en el caos, mientras Rigg limpiaba la sangre y la suciedad de su máscara.
—¿Por qué me ayudas? —preguntó Rigg, aunque sabía que la respuesta no sería sencilla.
Vlad no respondió de inmediato. En lugar de eso, miró su AK-47, las marcas del sol reflejadas en su cañón.
—Porque… he visto este futuro antes. Todos hemos fallado. Y tú, muchacho, eres el último intento. El virus KGB1 no es solo una plaga. Es un despertar. La humanidad se enfrenta a su propia extinción, pero si sobrevives…
Vlad sonrió de forma sombría.
—Quizá podamos detenerlos a todos.
Rigg frunció el ceño.
—¿Detener a quién?
Vlad se giró, mirándolo con un ojo lleno de sabiduría eterna.
—A los Cazadores de Sangre. Su líder, Astartes Kohl… Está más allá de la razón. Cree que la única forma de salvar al mundo es purgarlo. Pero el verdadero enemigo…
Vlad desenvainó una daga antigua de hierro forjado con símbolos eslavos.
—El verdadero enemigo está dentro de nosotros mismos.
¡BOOM!
De repente, el cielo tronó. La tierra vibró. Un sonido metálico y pesado llegó desde el norte.
Rigg levantó la vista. Algo venía. Algo grande.
Vlad se adelantó con su bastón-espada, la mirada fija, y el arma ya cargada.
—Vienen más. Los cazadores no se detendrán.
Un murmullo, como un susurro de mil voces, se escuchó a lo lejos. Astartes Kohl estaba más cerca de lo que pensaban.
La horda de Hombres Cucaracha, acompañada por los Cazadores de Sangre, marchaba por las calles, armados hasta los dientes.
Pero lo peor estaba por llegar.
Un líder de la horda, con una capa negra y adornado con huesos de sus víctimas, apareció en lo alto de un edificio derrumbado. Kohl. El Pastor de la Sangre.
—¡Rigg Varela! He esperado mucho para cazar a los últimos de tu especie.
Rigg se preparó para la embestida.
—Ven por mí.
Vlad sonrió, sabiendo que esto era solo el principio.
—Lo que no sabes, Pastor… es que esto no es una caza. Es una guerra.
El aire estaba denso con el olor a azufre y pólvora. Las criaturas de la horda se agolpaban como un mar de cuerpos deformes, avanzando al unísono, con la brutalidad de una máquina de guerra enloquecida. Los Cazadores de Sangre los seguían en formación, armados con rifles de energía y cuchillos de hueso, dispuestos a destruir todo lo que quedara.
Rigg y Vlad se prepararon. La batalla se libraría por su vida y la de los pocos sobrevivientes.
¡BOOM!
El primer impacto vino desde la distancia: una ráfaga de plasma solar de la AK-47 de Vlad derritió las primeras filas de las criaturas, y las explosiones dejaron un rastro de devastación en el suelo.
Rigg levantó su lanza con un grito de guerra.
—¡A por ellos!
El campo de batalla se convirtió en un infierno. Rigg se adentró en la línea de fuego, enfrentando a un hombre cucaracha gigante que surgió de las sombras.
Con un giro de su lanza, Rigg perforó el abdomen del monstruo, desintegrando su exterior mutado en un estallido de ácido y carne quemada.
Pero los enemigos no paraban.
Desde lo alto del edificio, Astartes Koll, el Pastor de la Sangre, observaba como sus tropas avanzaban. Su figura imponente, con armaduras negras adornadas con runas antiguas, brillaba bajo la luz de los incendios.
—¡Rigg Varela! —su voz resonó como un trueno. —Has huido demasiado tiempo. Ahora, enfrentemos nuestro destino. El último de tu especie caerá esta noche.
Vlad se adelantó, su AK-47 en posición de disparo.
—Si te atreves a enfrentarnos, Kohl… verás lo que es despertar un infierno de fuego solar.
Disparó de nuevo. La explosión solar envió a un Cazador de Sangre volando por los aires. Pero Kohl no se inmutó.
El líder avanzó, rodeado por su guardia personal, un ejército de criaturas mejoradas con el virus KGB1, las que ya no eran completamente humanas.
La batalla se intensificó. Rigg vio a un monstruo mutante que se acercaba a Vlad, intentando aplastarlo con sus enormes garras. Sin pensarlo, corrió hacia él, lanzándose con todo su poder y apuñalando a la criatura en su punto débil.
—¡Vlad, cúbreme! —gritó Rigg, mientras el monstruo caía de rodillas, desmoronándose.
Vlad sonrió con arrogancia, levantando el arma en su mano.
—¿Cúbrete tú, muchacho? Estoy aquí para cubrir a todos.
Con un rugido, disparó una ráfaga de plasma solar, pulverizando el cuerpo de un Cazador de Sangre que había intentado atacar a Rigg desde atrás.
Pero Kohl estaba cerca.
Con un movimiento casi sobrenatural, el líder de los Cazadores de Sangre saltó hacia ellos, su espada de energía cortando el aire.
—¡Este es el fin, Rigg!
Con una sonrisa sádica, Kohl levantó su espada hacia Rigg, dispuesto a dar el golpe final.
¡PLOOOOM!
De repente, una explosión más grande que todas las anteriores sacudió el suelo. Una nave de combate aérea, cargada con cargas solares, apareció de la nada, disparando ráfagas de energía al suelo.
El ataque sorprendió a Kohl, quien tuvo que retroceder y cubrirse, mientras la fuerza de la explosión desintegraba a varios de sus soldados.
La nave descendió, sus compuertas abiertas. De su interior surgieron más guerreros, equipados con armaduras negras, llevando armas de energía y lanzadores de plasma.
¡Los refuerzos!
Era un ejército de resistencia, liderado por un antiguo aliado de Vlad: El Comandante Mikhail, un viejo amigo de los días previos al apocalipsis.
—¡Rigg! ¡Vlad! Prepárense para la última carga!
El Comandante Mikhail lideró el ataque, tomando el mando de la lucha, mientras las tropas resistían la acometida de la horda.
El caos se desató.
La batalla se tornó aún más brutal, con disparos solares, lanzamientos de granadas, y explosiones que iluminaban el campo de batalla como un espectáculo infernal. Vlad y Rigg luchaban como una unidad bien entrenada, ambos enfrentando a las criaturas mutadas y a los Cazadores de Sangre sin descanso.
Pero todo indicaba que la verdadera guerra apenas comenzaba.
CAPITULO 4: LA EXPANSION DEL CAOS
El conflicto no se limitó a las ruinas de la ciudad. Zoonet, la corporación responsable del desastre, había empezado a recibir señales de alerta desde todos los frentes. El virus KGB1 ya no era solo un problema local, sino global. Con cada minuto que pasaba, más y más países caían ante la amenaza, y la resistencia parecía desmoronarse en cada rincón del planeta.
Desde las ciudades desmoronadas de Europa del Este hasta las antiguas urbes de América del Sur, los Cazadores de Sangre y las Hordas Mutadas avanzaban como una marea imparable, arrasando todo a su paso. Kohl, el líder absoluto de los Cazadores, había extendido su dominio, buscando purgar a la humanidad y convertirse en el nuevo dios de un mundo arrasado.
Pero la resistencia también crecía. Grupos de guerrilleros, científicos y antiguos soldados unían fuerzas bajo el mando de Mikhail, el viejo camarada de Vlad, para enfrentarse a la horda en múltiples frentes.
Rigg y Vlad, a pesar de sus diferencias, se mantenían firmes en su lucha. Sabían que el futuro de la humanidad dependía de ellos. Pero ahora, el momento man to man estaba por llegar.
CAPÍTULO 5: ENFRENTAMIENTO FINAL – RIGG VS. KAAEL
La tierra tembló bajo sus pies mientras Rigg avanzaba, esquivando el fuego de energía que Koll descargaba desde su puesto de mando. Las explosiones a su alrededor hacían que el aire vibrara con cada onda expansiva.
Kohl no era solo un líder. Era una fuerza de la naturaleza, un monstruo alimentado por la oscuridad del mundo que había creado. Con su espada de energía en mano, la mirada de Kohl estaba fija en Rigg, que se acercaba lentamente.
—¿Realmente crees que puedes detenerme, Varela? —la voz de Kohl era un susurro gutural, lleno de odio. —Has estado huyendo toda tu vida, pero ahora… estás aquí para morir.
Rigg, cubierto de sangre y polvo, apretó el mango de su lanza.
—No me asustan tus palabras, Kohl. El fin del mundo no significa que te voy a dejar ganar.
Con un rugido, Kohl se lanzó hacia él. Su espada cortó el aire con la precisión de un depredador, pero Rigg reaccionó a tiempo, bloqueando el golpe con su lanza. El choque de energía creó una explosión que resonó por todo el campo de batalla.
—Eres demasiado confiado, Kohl.
Rigg sonrió mientras empujaba con fuerza la lanza contra la espada de su enemigo.
¡CLANG!
El duelo entre los dos se intensificó. Cada golpe de Kohl era un rayo de energía mortal, cada uno buscando desintegrar a su oponente. Pero Rigg, con astucia y fuerza, lograba desviar los golpes con su lanza, lanzando contra Kohl ataques rápidos y precisos.
—Tienes demasiado miedo a morir, Kohl. Eso es lo que te consume. A ti y a tus Cazadores.
Kohl gruñó, furioso.
—¡El miedo es lo que me ha dado poder! El miedo es lo que hace que el mundo se doble ante mí!
Rigg aprovechó un descuido de Kohl y lo atacó con su lanza, abriéndole un corte en el brazo. La sangre negra de Kohl se derramó, pero no mostró signos de debilidad.
—No entiendes nada, Varela. —dijo Kohl, dando un paso atrás.
—Todo lo que estoy haciendo es por la supervivencia de una raza superior. Los humanos ya no sirven. El mundo necesita un nuevo orden.
—¿Un orden? —Rigg no podía evitar reírse. —Tu orden no tiene cabida en este mundo. La humanidad no está condenada a la extinción solo porque tú lo digas.
Con un grito de ira, Kohl saltó hacia él con toda su fuerza, utilizando toda su energía en un ataque brutal.
Rigg apenas pudo esquivar el golpe, pero fue suficiente para ganar la ventaja. De un movimiento rápido, clavó la lanza en el estómago de Kohl. El líder de los Cazadores de Sangre gritó mientras el plasma que fluía por su cuerpo comenzaba a desintegrarse.
¡Kohl cayó de rodillas!
Rigg lo miró fijamente.
—El fin de tu reinado ha llegado, Kohl. La humanidad aún tiene una oportunidad.
Kohl sonrió con dificultad.
—No… no has ganado. El virus… siempre… se extenderá.
Con esas palabras, su cuerpo se desintegró en una explosión de energía, dejando atrás solo polvo y restos de lo que alguna vez fue un hombre.
CAPÍTULO 6: EL NUEVO AMANECER
Con la caída de Kohl, la batalla por el mundo no había terminado. Pero la victoria era un destello de esperanza en medio de la oscuridad. Rigg y Vlad se pararon sobre los restos de la batalla, observando cómo la resistencia, aunque diezmada, comenzaba a ganar terreno.
El futuro aún era incierto, pero ahora, con la caída de los Cazadores de Sangre, la humanidad tenía la oportunidad de reconstruirse.
La guerra no había terminado, pero al menos, los sobrevivientes sabían que la lucha estaba lejos de ser en vano.
Tras la caída de Kohl, los sistemas de comunicación global comenzaron a emitir una sola señal…
Un zumbido, como el chillido de mil dientes rozando metal.
Los Hombres Cucaracha, infectados por el virus KGB1 y reforzados con exoesqueletos mutantes, emergían desde los túneles profundos de las ciudades, arrastrándose por kilómetros como una peste viva.
Eran millones.
Inteligentes. Organizados. Coordinados.
Y ahora, sin Kohl… querían dominar el planeta.
Rigg, herido pero en pie, lideró una ofensiva final junto a Vlad, Mikhail y lo que quedaba de la resistencia.
Pero el enemigo era demasiado.
Los Hombres Cucaracha adaptaban su forma, su fuerza y su armamento con cada ola de ataque.
Fue en un instante desesperado, cuando una bestia cucarachil de tres metros atravesó la columna defensiva y aplastó a docenas de soldados, que Rigg entendió lo inevitable:
Él debía ser el arma.
—Demos-F3, activación de protocolo híbrido. Carga mi ADN… y prepárate para la fusión total.
—Rigg… si haces esto, no hay marcha atrás. Tu cuerpo se perderá. La mitad humana morirá.
—Entonces que muera. Pero que se lleve a esas alimañas conmigo.
La operación fue infernal.
En una cápsula de conversión genética, Rigg fue sedado mientras su mitad izquierda era cortada, drenada, quemada y reemplazada por la carcasa biomecánica de Demos-F3, un androide de combate creado para terraformar planetas hostiles.
Pero jamás probado con una conciencia humana.
Sus huesos fueron reforzados con titanio líquido.
Su sangre mezclada con combustible solar.
Sus nervios reescritos en código binario.
Nació algo nuevo. Algo brutal. Algo imparable.
RIGG-D3MOS.
Mitad hombre.
Mitad máquina.
Cien por ciento venganza pura.
CAPITULO 7: EXTERMINIO TOTAL
Rigg-D3MOS salió de la cápsula con el pecho brillando en rojo nuclear.
Su brazo izquierdo era un cañón múltiple de energía disruptora.
Sus ojos, dos faros de plasma.
Su voz, una mezcla de carne humana y eco metálico.
—Zoonet creó la plaga… pero yo voy a ser su antídoto.
El cielo se encendió en llamas.
Los hombres cucaracha comenzaron su marcha final hacia las últimas ciudades humanas.
Pero no sabían lo que los esperaba.
Rigg-D3MOS se lanzó solo contra la horda.
Cada paso que daba, dejaba un cráter.
Cada disparo, desintegraba docenas de enemigos.
Sus movimientos eran tan rápidos que los sensores de la resistencia no podían seguirlos.
Era la tormenta perfecta.
Los Hombres Cucaracha, por primera vez… tuvieron miedo.
El líder de la Horda, un mutante gigante llamado Zkrakk el Imbatible, emergió entre los escombros rugiendo, desafiando a Rigg-D3MOS.
—¡Humanidad estúpida! ¡Somos el próximo paso en la evolución!
—Entonces… déjame devolverte al polvo, insecto.
KABOOOM
El impacto entre ambos fue de tal magnitud que partió un continente.
Láseres, cuchillas, ácido, artillería viva, explosiones en el cielo, rayos solares dirigidos…
La batalla duró horas.
Y al final, Rigg-D3MOS levantó la cabeza de Zkrakk frente a las cámaras del mundo.
—Esto no es evolución…
—Esto es una purga.
CAPITULO 8: PURGA PLANETARIA
La transmisión en vivo de Rigg-D3MOS ejecutando a Zkrakk fue vista por los pocos sobrevivientes del mundo… y por los sensores del satélite orbital Zoonet Omega.
Un protocolo se activó. Uno que jamás debió existir.
Protocolo Lazarus.
Desde la órbita terrestre, plataformas militares ocultas comenzaron a liberar drones de limpieza nuclear, nanobot oxidador, gas de colapso nervioso, y luz purificadora de fotones.
La humanidad no celebró la victoria.
La humanidad se escondió.
Zoonet quería borrar todo. Mutantes. Humanos. Cucarachas.
Todo.
Mientras tanto, Vlad y Mikhail descubren un portal oculto en las instalaciones abandonadas del Ártico: un vórtice con coordenadas fuera del tiempo conocido.
Los antiguos científicos rusos lo llamaban “El Umbral del Otro Lado”.
Rigg-D3MOS, debilitado, escucha las señales que emite ese umbral…
Una voz metálica…
una versión de sí mismo…
gritando desde otra realidad:
—“No los detendrás… ya cruzaron… ya están en tu mundo… ya son millones.”
Los sensores de la dimensión alterna muestran un planeta devastado por Hombres Cucaracha que aprendieron a usar portales, cruzando líneas de tiempo, devorando realidades.
El virus KGB1 no nació en la Tierra.
Fue enviado. Fue una prueba.
La verdadera batalla apenas empieza.
CAPITULO 9: LA ULTIMA RESISTENCIA
Desde el portal emerge una criatura híbrida, mezcla de cucaracha, androide y humano.
Su voz es idéntica a la de Rigg, pero distorsionada:
—Yo soy lo que serás… cuando pierdas el control.
Rigg-D3MOS apunta su cañón de plasma…
Pero algo dentro de él duda.
¿Y si esa es su evolución futura?
¿Y si nunca pudo ganar?
La pantalla se corta.
Un mensaje aparece en todos los dispositivos supervivientes:
«INICIO DE LA FASE FINAL. LA GUERRA DE LOS MUNDOS HA COMENZADO.»
¿Continuará…?
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